En fin, la movilidad: las propuestas del último debate presidencial

Precios Bencinas


Por Giovanni Vecchio, Instituto de Estudio Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica, y Rodrigo Mora, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile; investigadores Cedeus

A menos de una semana de las elecciones, acabamos de presenciar el último de los debates presidenciales, donde los candidatos mostraron sus cartas e ideas para el país de los próximos cuatro años. Enhorabuena, pues los temas de transporte y movilidad, que habían estado poco presentes a lo largo de la campaña electoral, recibieron la atención que merecen, dada la importancia que tienen para el bolsillo y el día a día de la mayoría de la población. ¿Qué dijeron al respecto los candidatos?

La propuesta de José Antonio Kast se puede resumir en dos conceptos: electromovilidad y reducción progresiva de impuestos. La innovación tecnológica, uno de los pilares del candidato en su primer programa (“Queremos hacer del transporte un servicio amplio, eficiente, económico y no contaminante”, declaraba), pone el acento en la movilidad eléctrica para autos y buses, y en el uso de otras tecnologías menos desarrolladas hasta el minuto, como hidrógeno, amoniaco y biomasa de tercera generación. Es una visión que centra su accionar no en la forma en que las personas se mueven, sino en el tipo de energía que ocupan al hacerlo.

Por otro lado, en línea con sus posturas económicas -que buscan dinamizar la actividad económica a través de una disminución gradual de impuestos-, el candidato del Frente Social Cristiano propuso reducir los impuestos a la bencina que actualmente pagan los automovilistas para equipararlos con los que pagan los camioneros, a quienes se les devuelve la mayor parte de lo que pagan por el diésel. Queda en duda hasta qué punto la primera de las medidas -loable en términos medioambientales a pesar de la vaguedad con que está definida en el programa hasta ahora- es anulada por la segunda: una baja progresiva en el impuesto a la bencina no solo afecta de manera importante la recaudación fiscal, sino que en la práctica opera como un incentivo al uso del automóvil.

En las antípodas, Gabriel Boric mencionó subir progresivamante el impuesto al combustible. Frente a la crisis climática y a las emisiones contaminantes de los vehículos a motor, el candidato ha mencionado la necesidad de aumentar este impuesto, y entregar subsidios específicos para las zonas remotas del país y para quienes trabajen con su auto. Esto último no fue pòrmenorizado en su discurso, lamentablemente. A sabiendas de lo impopular del tema, el candidato de Apruebo Dignidad sostuvo que la crisis ambiental requiere sacrificios personales, pues hay que salvar al planeta.

Esta disposición a pagar costos no se limita solo al ciudadano de a pie: el candidato se mostró dispuesto a eliminar las exenciones de las que gozan los camioneros (precisamente las que su contrincante dijo no querer tocar), así como también extender la actual red de trenes. La propuesta de Boric en materias de combustibles es coherente con el resto de su programa, cuya primera versión habla de movilidad sobre todo en relación a transporte público y movilidad activa (caminata y bicicleta), proponiendo fortalecer estos modos sustentables sobre todo en regiones. La visión del candidato va en la dirección de cambiar el modo en que nos movemos para que no solo las ciudades sean más sustentables, sino también mejore la calidad de vida de sus habitantes que hoy día tienen menos oportunidades para desplazarse.

Una elección presidencial es el momento para presentar miradas de mediano y largo plazo para las ciudades y los espacios rurales de Chile, proponiendo las acciones necesarias para llegar a ellas. Las bases para el futuro gobierno ya existen: justo en estos días el Ministerio de Transporte ha publicado su Estrategia Nacional de Movilidad Sustentable, que propone 30 buenas medidas para que la movilidad a lo largo del país beneficie a la sociedad y al medio ambiente. Lo que falta ahora es que el próximo presidente transforme esta estrategia en políticas reales, que cuenten con viabilidad técnica y financiera. Un Presidente que adopte un compromiso claro con la movilidad sustentable.

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