En la Senda correcta
Por Raúl Perry, jefe de Programas de Fundación San Carlos de Maipo
La última encuesta de Senda sobre el consumo de alcohol y drogas en población escolar nos mostró la inquietante realidad de que las escolares de octavo básico a cuarto medio superaron a los varones en consumo de alcohol y marihuana, en un contexto en donde nuestros estudiantes secundarios son líderes en el continente. Múltiples reacciones generó esta información, algunas centradas en la idea de la falta de elementos para tratar las adicciones, y otras relacionadas con la falta de riesgo que perciben los jóvenes con respecto a las drogas.
Las reacciones nos evocan una imagen perturbadora: es como si nuestros hijos e hijas estuvieran en la vía de un tren que se acerca, y nosotros nos preocupásemos de su falta de reacción o de si los hospitales pueden tratarlos después del accidente. Por qué no concentrarnos en sacarlos de las vías antes que llegue el tren. Esta acción tiene dos componentes, uno muy claro y otro no tanto. El claro: prevenir es actuar antes de que se produzcan las conductas problemáticas, y el desafío que enfrentamos como país es el desarrollo de un modelo preventivo que se aboque a las causas de las adicciones más que en reparar sus consecuencias, tanto por el altísimo costo de los tratamientos como por lo bajo de su efectividad. Acorde al Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EE.UU., entre el 40% y el 60% de quienes reciben tratamiento por adicciones recae, transformándose en una enfermedad crónica como la diabetes o el asma.
¿Y si en vez de tratar una nueva enfermedad impedimos que aparezca?
Volviendo al ejemplo de la línea del tren, ¿cuál es el componente no tan claro? Pues que somos nosotros, y no quienes están en la vía, los que tienen que actuar. Los modelos preventivos que propone tanto la Universidad de Washington en su sistema “Comunidades que se Cuidan”, como el modelo islandés en el programa “Planet Youth”, apuntan a modificar los entornos que rodean a niños, niñas y adolescentes (NNA). Programas de habilidades parentales, de fortalecimiento de habilidades socioemocionales en la escuela, de normas comunitarias, son los que muestran mayor efectividad a la hora de prevenir.
El aumento explosivo en Chile del consumo de marihuana entre adolescentes estuvo acompañado por una sostenida disminución de la percepción de riesgo por parte de los adultos. Somos los adultos los que debemos cambiar para transformarnos en agentes de cambio de los NNA.
En ese sentido, la estrategia de drogas que ha planteado el Senda para el periodo 2021 - 2030 va en la vía correcta, al proponer la implementación de programas preventivos basados en evidencia en parentalidad, entre otros. Es menester que actuemos pronto, para dar un nuevo contexto a nuestros NNA; para sacarlos realmente de las vías del tren y ponerlos en camino de un desarrollo que les permita alcanzar todo su potencial.
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