Enigmas de una violencia
Luego de que las mujeres llenasen con su clamor las calles del mundo en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género, hay algo que parece evidente: la intolerancia frente a dicho tipo de violencia va en aumento.
En ello, el movimiento #Metoo ha jugado un rol fundamental. Algo que emergió como forma de dar voz al abuso y acoso sexual que se vive en un ambiente como el de Hollywood se vio amplificado por las redes, propiciando debates a interior del propio feminismo a ambos lados del Atlántico. De la denuncia de la situación que viven las mujeres en un ambiente específico y, en apariencia, tan exclusivo como la industria cinematográfica, se ha saltado a problematizar la violencia en la diversidad de una experiencia que, como la del trabajo, fue vista en su origen como liberadora. ¿Qué diría hoy, frente a ello, la propia Simone de Beauvoir para quien dicha dimensión era la única que podía garantizarle a las mujeres la libertad completa?
El debate sobre la violencia de género en distintas latitudes muestra ciertas constantes, que van desde la demanda por la insuficiencia de recursos hasta críticas frente a dictámenes judiciales. En el caso de Chile, donde se asistió durante 2018 a intensas tomas y marchas denunciando su particular expresión en el ámbito de la educación superior, se constata una falta de consensos estadísticos, reveladores de diferencias conceptuales más profundas. Así, mientras desde el Estado, de acuerdo a lo que la ley 20.480 tipifica como femicidio, se contabilizan como asesinatos de mujeres los realizados por quien es o ha sido su cónyuge o conviviente, las organizaciones de mujeres demandan una visión más amplia, abarcando como tal todo asesinato de una mujer en manos de un hombre, por el solo hecho de ser mujer.
El combate contra la violencia machista supone, sin duda, una de las políticas públicas más exigentes. Interpela el funcionamiento de los mecanismos de denuncia y protección, la coordinación de múltiples agentes y niveles y, sobre todo, la necesidad de una efectiva evaluación.
Para añadir complejidades, no hay que olvidar que la aspiración a legislar y sancionar en dicho ámbito se mueve en unos contornos como los de la sexualidad la que, situada en el epicentro de la intimidad, remite a un aspecto siempre enigmático de lo humano. El psicoanalista y escritor Gustavo Dessal advierte que "si la actitud del macho violento nos repugna, la sumisión e incondicionalidad de algunas mujeres que la soportan resultan asombrosas, y nos revelan una complejidad en la dialéctica de las condiciones amorosas que escapa al sentido común y a la idea del placer como bien soberano".
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