Entre un espejismo y otro

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Por Guillermo Larraín, FEN Universidad de Chile

El Imacec de 14,1% en abril parece extraordinario, pero es un espejismo que seguirá un par de meses. Hace doce meses este indicador cayó un 13,8%. La mayor parte del buen registro de abril es solo baja base de comparación. Para 2021 esperamos un crecimiento sobre el 6%, pero en 2020 la caída fue del 5,8%. El espejismo sigue. La mejor prueba de que en 2021 solo estamos recuperando actividad y no creando nueva capacidad productiva es el empleo: con el mismo producto hoy hay 800.000 empleos menos que antes del estallido social y pandemia.

Para 2022 y 2023, dos razones dan al crecimiento chileno un sesgo al alza. Ambos son espejismos también. El primero es el precio del cobre que por razones del crecimiento internacional y del cambio tecnológico hacia la electromovilidad se ha visto favorecido. Esto representa un incremento en el ingreso nacional y un alivio para el Fisco, pero no es una buena noticia en términos del crecimiento potencial chileno y de mejoras en su distribución. Es un regalo caído del cielo. No es un espejismo sino maná.

El segundo es la acumulación de recursos disponibles para gastar producto de los retiros desde las AFP. El monto total de ahorro retirado asciende a un 15% del PIB. Según informa el Banco Central, casi 2/3 de estos recursos están todavía guardados en instrumentos financieros. La mayor parte está en depósitos a plazo, cuentas de ahorro y depósitos a la vista (CuentaRUT) y cuentas corrientes. Respecto de los dos años previos a los retiros, los saldos en estos instrumentos han crecido un 68%, 92%, 62% y respectivamente. Estos recursos podrían ser utilizados en cualquier momento.

Si se gastaran, esto tendría un efecto importante sobre la demanda interna, muy probablemente sobre consumo y, por las características del ahorro previsional que se sacó, quizá maquinaria y equipo para emprendimientos pequeños. Es probable que sea de corta duración, uno o dos años. Hay dos razones. La primera, es que, si se gasta, una parte importante será para importar. Gradualmente esos recursos iniciales serán licuados al extranjero por esta vía. La segunda, es que la mayor demanda también debiera tener un efecto positivo sobre la inflación. Este riesgo hoy es bajo. A dos años plazo el mercado anticipa inflación en torno al 3%. Sin embargo, si la demanda reaccionara como señalo, eso podría razonablemente cambiar y veríamos una segunda erosión del estímulo inicial por la vía inflacionaria.

El incremento en la demanda interna también podría volcarse sobre bienes inmuebles, por ejemplo, segundas viviendas. Esto puede tener un efecto positivo transitorio sobre la construcción, pero también sobre los precios de viviendas y terrenos.

Finalmente, la Convención Constitucional conlleva incertidumbre que pondrá limitaciones al crecimiento de inversiones distintas de la señalada más arriba. Este irá decreciendo en el tiempo porque espero que las y los ciudadanos representados en ella estarán a la altura de su histórico rol y resuelvan sensatamente los dilemas de la redacción de una Constitución. Sin embargo, en los próximos dos años es difícil que la inversión sea un motor de desarrollo y solo se reactivará cuando el tema constitucional esté resuelto.

Nos tocará vivir dos años de espejismos de crecimiento. Los desafíos sobre cómo retomar una senda de progreso sostenido y compartido siguen intactos y serán cada día más apremiantes.