Columna de Alejandro San Francisco: Eric Hobsbawm, a diez años de su muerte
El 1 de octubre de 2012 falleció el historiador Eric Hobsbawm. Rápidamente hubo reacciones en diferentes lugares del mundo, lo que no es habitual cuando fallece una figura intelectual. Sin embargo, el caso de Hobsbawm era distinto, pues se trataba de uno se los historiadores más reconocidos del mundo en el último siglo, cuyo prestigio y obras trascendían los límites habituales de la disciplina. Al cumplirse diez años de su deceso, vale la pena recordar y ponderar su vida y su labor.
Nació en 1917, el mismo año de la Revolución Bolchevique y cuando la Primera Guerra Mundial se acercaba a su fin. Vivió un tiempo en Alemania y finalmente se trasladó a Gran Bretaña, donde desarrolló su vida profesional y familiar hasta su muerte. Ahí consolidó su vocación de historiador, que incluyó la realización de investigaciones originales sobre historia económica, grupos “rebeldes primitivos” y otros temas. Sin embargo, lo que más caracterizó su obra -y que lo distinguió de otros profesionales– fue la realización de importantes síntesis de la historia mundial en los últimos siglos, desde la era de las “revoluciones burguesas” hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la “era del capital” y la “era del imperialismo, que conforma un grupo de cuatro tomos traducidos a numerosos idiomas y que resultaron un verdadero fenómeno editorial. A esto se suman otros trabajos sobre pensamiento histórico; también estudios sobre el nacionalismo, con diversas publicaciones. Resulta especialmente destacado –e incluso curioso– el interés que manifestó por América Latina, que se puede apreciar en el libro póstumo editado por su amigo, el también historiador Leslie Bethell: Viva la Revolución (Crítica, 2018).
Hobsbawm fue un hombre interesado en la historia, pero a la vez estuvo comprometido con la época que le correspondió vivir. Esto último lo realizó al menos en un doble sentido. En primer lugar, a través de su adhesión al marxismo y al Partido Comunista, así como a su causa revolucionaria internacional –en Europa y en Vietnam, en América Latina y por cierto en Inglaterra–, tanto en los tiempos de la “lucha contra el fascismo” como en las décadas de la Guerra Fría. Se mantuvo fiel hasta el final, a pesar del camino seguido por la Revolución Bolchevique y de los dramáticos efectos de los socialismos reales en los diversos continentes.
En segundo lugar, Hobsbawm hizo de su tiempo histórico una de sus áreas de estudio, digno de conocer en terreno y sobre el cual se podía escribir. En este último plano se da una situación curiosa y original. Al respecto escribió su famosa Historia del siglo XX (Crítica, numerosas ediciones), un gran esfuerzo de síntesis y de comprensión global, que incorporó nociones como “el corto siglo XX” o “la era de los extremos”. Además, escribió su autobiografía, titulada Años interesantes. Una vida en el siglo XX (Crítica, 2003), que cubre prácticamente el mismo periodo, y que es a la vez una reflexión sobre un tiempo extraordinario de la historia de la humanidad. Recientemente, además, se ha publicado la completa biografía de Richard Evans: Eric Hobsbawm. Una vida en la historia (Crítica, 2021), que cubre toda la larga vida del historiador, introduce parcialmente a sus obras y realiza un balance de su trayectoria.
La biografía de Evans muestra que Hobsbawm fue investigado por su militancia comunista durante décadas. Asimismo, formó parte de un grupo de intelectuales que adhería a esta ideología y procuró renovar los estudios históricos, entre los cuales se encontraba E. P. Thompson. Podríamos decir que la vinculación del historiador con el comunismo fue tanto vital como intelectual, aunque en algunas ocasiones resultaba poco ortodoxa para los estándares partidistas.
Desde una perspectiva que une sus convicciones con sus intereses intelectuales, resulta especialmente valiosa la publicación de Cómo cambiar el mundo (Editorial Crítica, 2011), que contiene una serie de artículos sobre el comunismo, Marx, Lenin, Gramsci y otros asuntos afines. También participó con un estudio introductorio en una edición especial del Manifiesto Comunista, publicado con ocasión de los 150 años de esa influyente obra de Marx y Engels. El artículo muestra no solo la erudición del autor, sino también su valoración del marxismo incluso hacia el siglo XXI.
Como contrapartida, el historiador británico fue criticado en muchas ocasiones por su falta de perspectiva o rigor frente a las dictaduras comunistas, por ser demasiado condescendiente con el régimen soviético y los gobiernos de Europa Oriental, mientras era lapidario con los Estados Unidos y sus intervenciones militares en diversas partes del mundo. Pese a ello, como sostiene el historiador Tony Judt, tiene un “ojo despiadadamente inquisitivo que lo ha convertido en un guía indispensable para el siglo XX”.
Por Alejandro San Francisco, académico Universidad San Sebastián y Universidad Católica de Chile; Director de Formación Instituto Res Publica
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