Es una triada no una diada
Tal como plantean los autores del Eslabón Perdido, lo ideal es que el Estado, permita una adecuada confluencia entre sus políticas públicas, el mercado y la capacidad de acción que tienen las familias para ocuparse del cuidado, protección y educación de sus miembros.
Desde tiempos inmemoriales la primera forma de organización social ha sido la familia. Esta, además, cumple una serie de funciones, que aseguran el orden social. En ella, ocurre la socialización en valores y pautas de comportamiento que permiten al individuo desenvolverse. Sin embargo, el quehacer de la familia es aún más amplio, cumpliendo funciones económicas, educativas, de protección y de entrega de afecto.
Analizando el rol de la familia a nivel social, esta institución, junto al mercado y el Estado, son los tres componentes que se conjugan en las sociedades contemporáneas. Sin embargo, a diferencia del Estado, que opera basándose en la autoridad, y el mercado, que funciona a través del dinero, la familia crea bienestar y maneja los riesgos sociales, a través de relaciones de reciprocidad.
Por largo tiempo, el debate sobre el diseño de políticas públicas se ha centrado en dos variables, el Estado y el mercado. De esta manera, surge la pregunta de cómo optimizar procesos sociales mediante estas dos instituciones. Según Tironi, Valenzuela y Scully, la familia también es una institución social central, que puede considerarse la tercera variable para el diseño de políticas públicas. Estas, no son un mero receptor de recursos por parte del Estado o el mercado, sino que son verdaderos actores, que toman decisiones económicas, políticas y demográficas, las cuales tienen importantes consecuencias nivel social. También, la familia no solo recibe beneficios sociales, si no que los multiplica al invertirlos en el desarrollo de capital humano, desde la primera infancia hasta la vida adulta.
Tal como plantean los autores del Eslabón Perdido, lo ideal es que el Estado, permita una adecuada confluencia entre sus políticas públicas, el mercado y la capacidad de acción que tienen las familias para ocuparse del cuidado, protección y educación de sus miembros. Se hace necesario comprender cuáles son las mutuas dependencias entre estas tres instituciones y sus intereses comunes.
Es por esto que, la evaluación de abrir o no los colegios no puede dejar de lado el cómo impacta a las familias. Sin cuidado, cuesta mucho trabajar, especialmente para las mujeres. Grupo principalmente afectado en esta pandemia. Esto es una triada, no una diada. No podemos dejar de lado como estas políticas afectan a las familias, que son nuestro mejor aliado y multiplicador de cualquier política que implementemos.
-La autora es directora del Centro Trabajo y Familia del ESE Business School