Esas “pequeñas cosas”
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
Refiriéndose a la ya conocida visita del Presidente a un local de expendio de vinos, el ministro de Salud señaló: “La prudencia es una de las características de cada persona. A lo mejor el Presidente se va a molestar, pero bueno, lo voy a decir: yo creo que hay que medir las consecuencias de los actos que uno lleva a cabo como autoridad”. Pero Paris no se quedó solo allí en su entrevista radial. Amplificando el impacto de sus dichos y con cierta inocencia agregó, “como se dice, el rey o la máxima autoridad en este caso, debe dar el ejemplo. Se lo decía Julio César a su mujer: no solo hay que serlo, sino que parecerlo”. Fuertes e inesperadas palabras. Con toda la experiencia que tiene la actual autoridad de Salud en medios de comunicación, evidentemente no consideró que las palabras tienen una dimensión y un impacto muy diferente cuando las dice un ministro y por tanto subordinado del Primer Mandatario.
Pero más allá de eso, el tema de fondo es la actitud del Presidente, quien parece disfrutar de este tipo de actitudes que, por su frecuencia, dejan de ser una conducta aislada y se inscriben más bien como una tendencia de cierto carácter provocativo hacia la ciudadanía. Algo así como “lo que nadie puede, yo lo hago”. No de otra forma se puede interpretar su fotografía en la Plaza Italia, su llamado al comienzo de la nueva normalidad o lo ocurrido en el funeral de su tío, entre otros casos.
Este tema, que suele ser materia de discusión en matinales, polariza posiciones entre quienes lo ven como “escándalos inaceptables” y otros como “temas menores en vez de preocuparse de lo principal”. Pero claro, cuando esto se contextualiza con situaciones más complejas -como su reciente anuncio de que convocará a un grupo de exparlamentarios, académicos y expertos para proponer perfeccionamientos a los criterios y procedimientos con que el Congreso Nacional determina la admisibilidad o inadmisibilidad de las mociones y proyecto de ley-, estamos frente a materias más delicadas que tienen que ver con la independencia y autonomía de los poderes del Estado en este caso y con otras implicancias más complejas en otros.
Este caso es lo que podría ocurrir en La Araucanía. En medio del aumento de atentados incendiarios, el ministro del Interior acaba de anunciar que el Ejecutivo apuesta a reimpulsar el diálogo y reactivar proyectos de ley. Hasta este punto todo bien, solo que ello se une a la decisión paralela de enviar más de 80 militares a esa región. Así, por primera vez desde el retorno de la democracia, se intenta justificar la participación de militares en el control del delito. Las consecuencias de dar este paso pueden ser terribles. Antes fue la presencia del llamado Comando Jungla, lo que echó por tierra los avances del ministro Moreno para instalar una relación de nuevo tipo en esta ancestral zona de conflicto. Un deja vu que debería tenerse presente en esas “pequeñas cosas” del poder presidencial.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.