Escaños reservados y desigualdad
SEÑOR DIRECTOR:
En su reciente columna, Daniel Matamala sostuvo que -dada la evidente desigualdad social chilena- es “absurdo pensar que hoy en Chile existe igualdad solo porque la Constitución así lo dice, y que esa idílica equidad se rompería […] si se aprueban algunas medidas para reparar la discriminación que han sufrido por siglos”.
No cabe duda que hay desigualdades serias con respecto a los pueblos originarios, así como a otros grupos, y que muchas de ellas constituyen injusticias. Sin embargo, Matamala se equivoca al afirmar que dichas desigualdades, incluso las injustas, justifican medidas como la plurinacionalidad, los escaños reservados, el sinfín de autonomías variopintas, etcétera. Entre muchas razones, su error se explica porque cree que el ordenamiento político debe reflejar el orden social, y resarcir los posibles daños que allí tengan lugar. La ciudadanía, luego, sería un estatus derivado de nuestras particularidades, comprometida con igualarnos.
Tal posición yerra porque no reconoce la independencia de lo político. Las instituciones políticas de un régimen democrático se fundan en nuestra común dignidad y libertad. Son “ciegas” a las diferencias no porque no importen, sino porque buscan tratarnos como irreducibles a ellas, como capaces de trascender nuestras características personales. Idealmente, las instituciones democráticas nos permiten tanto problematizar las categorías en que la sociedad nos identifica, así como visibilizarlas por medio de las asociaciones que libremente formemos. Un régimen democrático que busque abordar desigualdades injustas lo que debe hacer es, en primer lugar, promover una amplia libertad de asociación. Será responsabilidad de los ciudadanos favorecer las asociaciones que juzguen como un aporte al bien común.
Adicionalmente, olvida Matamala que atar a los pueblos originarios a un esquema profundo de “privilegios” los ata también a las siempre palaciegas intrigas políticas.
Eduardo Fuentes Caro
Investigador Faro UDD