¿Está presente la igualdad de género en las presidenciales?
Por Carlos Escaffi, gerente general Imaginacción Perú; profesor de la Facultad de Gestión y Alta Dirección de la PUCP
Desde bochornosos espectáculos en los que algunos honorables emiten una especie de silbatina como si quisieran agazapar flatulencias acumuladas, cuando alguna colega se levanta de su curul a depositar su voto, hasta infelices cuestionamientos de exparlamentarios que festinaban mientras uno de ellos con cierta sorna inquiría si la alta funcionaria era señorita o no y, por cierto, las desafortunadas frases en las que se afirmaba: “lo mejor que puede tener un hombre como ayuda es la mujer”, la verdad que siempre podría ser peor. Pero lo que no puede continuar pasando, es seguir permitiendo que se normalicen hechos en los que se pretenda minimizar a la mujer política, ya sea progresista, de derecha, conservadora, de centro o izquierda y, sobre todo, aquellas situaciones que consecuencia de la inseguridad de algunos, terminan por efectuar una crítica destructiva, sin argumentos, con la finalidad de recurrir al ridículo público. Cuidado con esto, hoy nuestra labor es estar más observadores y responsables que ayer.
Es por ello que nunca estará demás generar espacios de reflexión para tratar temas de igualdad de género en una sociedad que sigue siendo machista y conservadora, aunque no faltará el que diga que está cambiando. El asunto es que estos tipos de malos hábitos deben ser erradicados y no permitidos socialmente.
La igualdad de género debe ser tratada como un tema de fondo y no accesorio en la campaña presidencial, que no sea utilizado para cumplir o decorar. Para esta nueva generación la inclusión nunca podría ser más sensible.
Conductas machistas arraigadas y fortalecidas desde la intimidad del hogar e irradiadas a la vida laboral deben ser erradicadas.
Y es que, en la actividad laboral, una cosa son las políticas organizacionales colgadas en un cuadro estético en una pared y otra la realidad pura y dura. Esa en la que una joven profesional podría ser cuestionada no solo por su corta edad y por extensión su experiencia, sino que también por la propia condición de mujer. Y ojo, que no estoy hablando de brechas salariales entre mujeres y hombres que a nivel latinoamericano bordean el 25%.
La tarea, no solo hablar del tema, sino apostar por un cambio cultural importante a nivel social. Y claro, además de incorporarlo en la efervescente campaña electoral, el tema debe estar presente en la discusión en casa, escuela, academia y sociedad claro está. Un tema del que nadie habla, para variar, es que el machismo en gran parte de Latinoamérica nace en nuestras casas.
Finalmente, aprendamos a escuchar, a ser tolerantes, a no ofender. Los candidatos deben recurrir a la razón de sus argumentos, no la descalificación. Modernicémonos, refresque sus conductas, esa frase que en “política vale todo”, ya es cosa del pasado. Ahórrese preguntas incómodas por no decir estúpidas, como, por ejemplo, ¿cómo haces para conciliar tu maternidad con tu vida profesional? La vida personal si bien es importante, no debe ser determinante.
Apostemos por una igualdad sustantiva, real, sincera, en donde los ciudadanos seamos los que censuremos a los que no se sumen. La cuota de paridad de género en el Estado debe tener efectos reales, no para la foto y menos para el indicador de cumplimento. Y por favor, nunca demás mencionar los añejos estereotipos vinculados a la apariencia física. El virreinato hace rato fue cosa del pasado, entiéndalo, así como también Blancanieves.
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