Estrategia chilena de Inteligencia Artificial
Por Ricardo Baeza-Yates, investigador senior del Instituto Milenio de Fundamentos de los Datos
La estrategia chilena de Inteligencia Artificial (IA) realizada por el Ministerio de Ciencias está estructurada en tres ejes. El primero se refiere a los factores habilitantes e incluye 8 objetivos (3 de infraestructura, 4 de talento y 1 de datos). El segundo eje es el desarrollo y adopción de la IA, incluyendo 8 objetivos en investigación, industria, Estado y otros ámbitos. Sin embargo, el que debiera ser el eje principal, representa solo el 24% del contenido. El eje final cubre la ética, aspectos legales y el impacto de la IA en el trabajo y el consumo con 10 objetivos (y el 45% del contenido). Haciendo un paralelo con la estrategia española de IA que se publicó un poco antes que la chilena, la cual conozco bien por ser parte del comité asesor de IA de España, el segundo eje chileno son tres ejes con mucho más contenido y nivel de detalle.
En el eje 1, llama la atención la ausencia de un proyecto del cual se ha comentado en la opinión pública: un repositorio de datos único del Estado que contenga tanto datos abiertos como datos internos. En el eje 2 hay al menos dos objetivos que son parcialmente redundantes (2.3 con 2.2 y 2.7 con 2.6) y que convenientemente mezclados quedarían mejor. En el eje 3, el objetivo de regulación se ve débil, pero es mejor que un experto legal comente este tema. Por otro lado, la inclusión de “ciberdefensa” genera un conflicto con el objetivo ético. Una estrategia de IA no debiera incluir proyectos de Defensa que ocurrirán de igual modo, para evitar conflictos éticos. Hay más detalles, pero estos son los más relevantes.
La medida de éxito en muchos objetivos es alcanzar la media de la OCDE, sin indicar plazos ni presupuesto para su logro. En general, llegar a la media de la OCDE significaría sobrepasar a Italia y llegar a un PGB per cápita de US$ 46.600, es decir, 86% más de los US$ 25 mil actuales (2019, stats.oecd.org), suponiendo crecimiento cero para todos los otros países. Esperanzador, pero lamentablemente poco realista. Por otro lado, la ventaja de poner metas ambiciosas, es que, si se logra un porcentaje de ellas, ya se da un paso importante.
Es obvio que Chile no puede competir con las grandes potencias en IA, incluso España reconoce esto y agrega objetivos donde tiene ventajas competitivas, como el desarrollo de tecnología lingüística en castellano. En la estrategia chilena podríamos destacar la cultura, el medio ambiente y el impacto de la IA en el trabajo y el consumo. Parafraseando, Chile podría especializarse en cómo minimizar el impacto de la IA de forma ética y sustentable, dando un ejemplo para los países en vías de desarrollo. Esto en realidad sería una antiestrategia, la que seguro Nicanor Parra habría apoyado, pero para esto es necesario un cambio estructural en el Estado y empresariado chileno. Y para ello no bastan clases de ética.
Finalmente, la fecha elegida para publicar la estrategia y el período inicial para comentarios era quizás el peor posible, ya que la mayoría de la gente estaba ocupada con las fiestas de final de año. Considerando la importancia de este tema para el desarrollo de la economía chilena, se agradece la extensión hasta el 27 de enero.
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