Evaluación de prioridades de vacunación

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Por Magdalena Badal, Marcel Goic y Marcelo Olivares, Ingeniería Industrial, U. de Chile e Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería

Ante las exitosas primeras semanas de vacunación en Chile, han entrado fuertemente en la discusión cuáles debieran ser los criterios de priorización de las vacunas en la población. Junto con mantener la equidad, un objetivo importante del proceso de vacunación es reducir la demanda hospitalaria y la mortalidad, ya que la pandemia ha amenazado permanentemente con colapsar los servicios de salud. En esta línea, hace sentido priorizar a la población con mayor riesgo de desarrollar un cuadro severo.

Usando datos públicos podemos realizar algunos cálculos simples para evaluar el impacto de las estrategias de vacunación en la demanda hospitalaria de pacientes Covid-19. Los datos muestran que un 70% de las hospitalizaciones y un 90% de los fallecidos por este virus está concentrada en la población sobre 50 años de edad, la cual representa el 28,9% de la población chilena. Si se priorizan las vacunas por grupo etario, y se mantiene una tasa de un millón de inoculaciones semanales, los mayores de 50 años deberían estar vacunados con las dos dosis hacia fines de abril (5.5 millones de personas tienen más de 50 años, lo que requiere 11 millones de inoculaciones. Al 21 de febrero, dos millones de chilenos de ese grupo etario se habían vacunado con la primera dosis, por lo que las restantes nueve millones de inoculaciones tardarían 9 semanas).

En este escenario, durante el mes de mayo debiese disminuir considerablemente la presión sobre el sistema de salud, permitiendo una reapertura gradual de la actividad económica. En un estudio reciente hemos calculado que si a los criterios de edad le agregamos las comorbilidades, la reducción sería aún más rápida.

A grandes rasgos, el calendario de inoculación chileno ha priorizado a los grupos etarios mayores, los cuales recibieron su primera dosis durante febrero, y debería continuar con los grupos de menor edad que presentan comorbilidades. Sin embargo, se ha generado discusión sobre cómo se debería repartir el esfuerzo de vacunación de las próximas semanas, ¿focalizarse 100% en proteger a la población de mayor riesgo o priorizar también a los trabajadores de servicios con contacto a público?

Para evaluar este tipo de decisiones es importante tener en cuenta las características de la vacuna CoronaVac del laboratorio Sinovac. Estudios clínicos de fases 1 y 2 indican que es una vacuna que no presenta efectos secundarios graves en la población mayor a 18 años, con lo cual se puede masificar su uso seguro. A diferencia de la vacuna de Pfizer, aún no existen resultados definitivos de los estudios de efectividad de fase III, pero los resultados preliminares de los ensayos llevados a cabo en Brasil indican que la vacuna es muy efectiva para evitar cuadros de mayor severidad (78% de efectividad en la reducción de hospitalizaciones), pero menos efectiva para prevenir el contagio (50% de efectividad).

La directora del Instituto Butantan, que realiza el estudio en Brasil, mencionó que esta no es la mejor vacuna del mundo para prevenir la enfermedad, pero sí es efectiva para reducir los casos severos y la mortalidad. Este estudio tiene un tamaño muestral de alrededor de 10 mil sujetos para los cuales se han reportado resultados. Para la efectividad de casos críticos, se han observado 31 casos que requieren hospitalización en el grupo placebo y 7 en el grupo vacunado, arrojando un intervalo de confianza para la efectividad de la vacuna de [46%,90%] (nivel de confianza 95%). Para contagios, incluyendo casos leves, se han observado 167 en el placebo y 85 en grupo vacunado, con una efectividad de [35%,62%].

Dada la menor eficiencia de CoronaVac, iniciar la vacunación en trabajadores con el objetivo de reabrir servicios con atención al público podría tener un efecto contraproducente, aumentando la transmisión del virus y la consecuente carga del sistema hospitalario (mayor aún si la población de mayor riesgo es postergada en la vacunación). De ser el caso, la vacunación de estos trabajadores debiese ir acompañada de una política de testeo frecuente (semanal) para detectar casos infectados asintomáticos que pueden ser foco de contagio.

La información que hoy disponemos de la vacuna de Sinovac sugiere que la estrategia de inmunización más efectiva es priorizar a la población con mayor riesgo de desarrollar cuadros severos, lo cual permitiría reducir la carga hospitalaria en el mediano plazo y, por esta vía, ir gradualmente reabriendo la actividad económica. Esta estrategia es consistente con el informe de resultados del Instituto Butantan que indica que “os grupos de maior risco são sempre prioridades”.