Expectativas de recuperación desmedidas

Ministro de Obras Públicas visitó obras del nuevo Hospital Salvador y Geriátrico
30 de Abril del 2020/SANTIAGO Vista de la faena durante la visita a las obras de construcción del nuevo hospital Salvador y Geriátrico en el marco del día del trabajador FOTO: FRANCISCO CASTILLO /AGENCIAUNO


Carlos García es académico de la Facultad de Economía de la U. Alberto Hurtado.

Hace algunos días atrás pregunté a una persona como estaba su situación laboral, él me respondió sin titubeos: el que nada sabe nada teme. Más extraño aún, yo estuve satisfecho con su respuesta, quedando también tranquilo sobre su situación laboral.

Digo extraño porque uno como economistas supone todo el tiempo que las personas y las empresas toman decisiones racionales. No enfrentar una situación adversa, es una actitud exactamente opuesta a la racionalidad propuesta por la teoría económica. En especial, porque no se toman las medidas correctas para enfrentar situaciones problemáticas. Pero comprendamos que - en las actuales condiciones - la racionalidad directa y pura a nivel individual puede resultar más dura que lo soportable, sobre todo si se trata de quedar desempleado.

Esta actitud -si bien es comprensible a nivel individual- no lo es para el gobierno y sus instituciones. El gobierno no puede generar expectativas erradas. Me explico, los intentos de reapertura de la economía a nivel mundial se han encontrado una y otra vez con el rebrote del virus: China, Japón, Alemania; etc. Solo Nueva Zelanda mantiene su posición invicta, relacionada con estrictas medidas sanitarias, sumado al hecho de ser un archipiélago infranqueable.

Esto ha puesto a la economía mundial en peligro, la recuperación se está alejando cada vez más y todas las esperanzas giran en torno a un solo argumento: vacunas que parece ser estarían disponibles en varios meses más.

Más específicamente, los mercados internacionales están internalizando que la pandemia no es un fenómeno tan transitorio como se quería creer al principio. Por el contrario, ya se está tomando conciencia que esta crisis no es igual a la crisis internacional del 2008, en que fue suficiente una fuerte intervención por parte de los bancos centrales para empujar de una sola vez a las economías desarrolladas. La crisis actual es diferente: mientras no aparezca la vacuna, esta crisis se mantiene, por más intervención monetaria y fiscal que se implemente. La caída de las tasas reales largas de los bonos del tesoro por debajo de -1% en una señal de esto en los Estados Unidos.

En adición, el pobre desempeño de los Estados Unidos está produciendo una depreciación del dólar con respecto a otras monedas. Esta situación impide que la economía chilena pueda ajustarse a través del aumento de la rentabilidad de las exportaciones que estimule la producción doméstica y con esto el empleo. Necesitamos un dólar alto y no bajo, para enfrentar la crisis. Lamentablemente, el dólar seguirá siendo fundamental en las transacciones de comercio exterior y la base de las reservas internacionales no solo de nuestro Banco Central sino de las economías emergentes en general.

En este contexto, la recuperación puede ser más bien modesta (1-2%) en vez del fuerte rebote esperado (5-6%) en el crecimiento del PIB en el 2021. El gobierno y el Banco Central deberán preparar nuevas medidas. De lo contrario, la ciudadanía volverá a presionar por nuevos retiros de los fondos de pensiones, reducción de impuestos y postergación de deudas. Las provisiones de los bancos comenzarán a abultarse y con ello correrá peligro la estabilidad financiera del país. Por esta razón, en esta ocasión es vital anticiparse. Sin vacuna habrá rebrotes importantes que llevarán nuevamente a importantes porcentajes de la población a cuarentena y ocasionando que actividades como el comercio, el turismo, los servicios sigan deprimidas, con todo lo que ello significa.