Expectativas de la desmunicipalización
Los últimos días han sido agitados en educación. Mientras el Mineduc se encuentra en plena presentación de la estrategia nacional de la educación pública (ENEP) ante el Congreso, se nombró a quien estará a cargo de implementar dicho plan en el país, una de las tareas más difíciles que deberá enfrentar el sistema escolar.
La reforma de la desmunicipalización tenía un objetivo ambicioso pero claro: mejorar de manera sustancial la calidad de la educación pública. Para ello, la ley establece un cambio en la administración del sistema que hasta ese momento recaía principalmente en los municipios, creando los nuevos Servicios Locales de Educación (SLEP). Éstos últimos pasan a ser los nuevos sostenedores de los establecimientos que están integrados dentro de una agrupación de comunas.
Como siempre ocurre con políticas de esta envergadura, las expectativas son altas. Los SLEP vienen a cambiarle la cara a la educación pública solucionando los problemas que enfrentan hasta hoy. Sin embargo, será necesario armarse de paciencia, pues las modificaciones serán de largo plazo. En la corta experiencia que llevamos en la instalación de los primeros cuatro servicios, ha habido mucho de prueba y error, en parte por faltas de la propia normativa que no fueron contempladas para un correcto traspaso, un presupuesto ajustado que no daba cuenta de la magnitud del cambio y otras cuestiones prácticas que difícilmente pudieron haber sido previstas.
Lo primero y más urgente es sentar las bases para que los SLEP se instalen con fuerza en sus localidades de manera que puedan a comenzar a generar los cambios en sus escuelas cumpliendo con las tareas que les asigna la ley. Ello es recogido por la estrategia presentada por el Mineduc, que plantea un plan en desarrollo para las distintas etapas del proceso, haciéndose cargo de los problemas que fueron evidenciados, pero permitiendo una flexibilidad para ajustarla en caso de ser necesario en la medida que se desarrolle la política.
Así los primeros objetivos apuntan a la correcta instalación de los servicios, tanto desde el nombramiento del director que requiere tener previamente una comunidad activa dentro de la localidad, como de una etapa de transición en conjunto con los municipios para el traspaso mediante convenios y trabajos colaborativos. Además, comprende un proceso de seguimiento y monitoreo para cada SLEP, de manera que puedan tener las herramientas y competencias necesarias. Luego entran los objetivos de mejora para los establecimientos, comprendiendo que si el sostenedor no cuenta con las capacidades será difícil que pueda impactar positivamente en sus escuelas.
Es posible una mejora en la estrategia, profundizar ciertas líneas de trabajo. No obstante, lo más importante es tener el norte claro y apropiarse de la política. En ese sentido, el plan va en la dirección adecuada. Ahora bien, las expectativas hay que aminorarlas, pues como se ve, es un proceso largo, son muchos cambios y ajustes que habrá que llevar adelante, atendiendo además las particularidades de cada territorio, lo que sin duda traerá dificultades. Lo importante será la capacidad de reacción y ajuste de la política, previniendo los problemas y tomando apuntes de cada nueva experiencia de instalación.
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