Extraña propuesta en La Araucanía
Por Sergio Muñoz Riveros, analista político
Los rectores y otras autoridades de la UC de Temuco, UFRO, Autónoma, PUC, Santo Tomás, Mayor y Arturo Prat, además del obispo de Temuco, expresaron en los últimos días su preocupación “por la situación que se vive en los territorios de los pueblos ancestrales en La Araucanía”, y llamaron a un diálogo entre “el pueblo mapuche, la sociedad chilena y sus instituciones”, el que, a su juicio, debería hacerse cargo de “los problemas estructurales e históricos”. Proponen que el Centro Hansen para la Paz y el Diálogo, con sede en Noruega, “convoque, en forma independiente y neutral, a los distintos actores de la zona, para la construcción de una hoja de ruta que pueda contener todos los temas que sean determinados de acuerdo al desarrollo gradual del proceso”.
En principio, nadie puede oponerse a una iniciativa de diálogo en la martirizada región de La Araucanía, pero el llamado parte de un supuesto falso: la confrontación que existiría entre el pueblo mapuche y la sociedad chilena. Se trata de un equívoco altamente corrosivo. Tal confrontación no existe. Y es bochornoso que se regale la representación del pueblo mapuche a los grupos político/delictivos que actúan en la zona. La mayor proporción del pueblo mapuche vive pacíficamente en Santiago. Y en la región de La Araucanía, la inmensa mayoría quiere vivir y trabajar en paz.
Los rectores y el obispo no condenan la violencia. Solo la reconocen indirectamente: “La paz duradera solo puede lograrse cuando actuamos en pos de la justicia a través del diálogo”. Suena políticamente correcto, pero habría que precisar la palabra “justicia”, y de pasada recordar qué significa “estado de derecho”, que es el que protege las actividades de las universidades firmantes y la Iglesia Católica.
¿Qué función cumple este llamado en medio de los ataques incendiarios y agresiones en La Araucanía? ¿Qué busca al solicitar una mediación desde Noruega? ¿Acaso la Coordinadora Arauco-Malleco es una fuerza beligerante que debe ser reconocida internacionalmente? ¿El paso siguiente es pedir que intervenga la ONU?
En la declaración no hay ni una palabra de mínima compasión hacia las víctimas de la violencia, entre las cuales se cuentan obreros forestales mapuches, comuneros mapuches y mujeres mapuches que han sufrido los actos de depredación. Es visible que el miedo se ha extendido a las universidades.
Ha durado demasiado tiempo el engaño generado por los grupos que usurparon la representación del pueblo mapuche para cometer toda clase de fechorías. Hoy es evidente que están dedicados “profesionalmente” a la faena de aterrorizar a la población, con el fin de controlar “territorios ancestrales” para el narcotráfico, la extorsión y el robo.
Lo único que puede beneficiar a mapuches y no mapuches en La Araucanía es la vigencia del Estado democrático. Ese es el camino de la paz duradera.