Fallas de mercado y la economía de las vacunas
Las vacunas son un ejemplo clásico de fallas de mercado en los libros de texto de introducción a la economía. La primera, se da en la fase de desarrollo y se relaciona a los incentivos para invertir en innovación: una vez que se desarrolla un producto exitoso, el conocimiento pasa a ser un bien público, por lo que quienes invirtieron inicialmente no pueden apropiarse completamente de los retornos de su inversión. En la industria de la biotecnología, donde las inversiones requeridas son enormes y las probabilidades de éxito bajas, se acentúa aún más este problema. Las patentes buscan justamente resolver esta falla de mercado, entregando al innovador el derecho a excluir a otras firmas de explotar económicamente su innovación por un periodo de tiempo limitado.
El problema que se da en la fase de distribución está relacionado con el concepto de externalidad. Vacunarse tiene un costo no trivial para los ciudadanos, ya sea monetario como de oportunidad del tiempo, molestia del proceso, o de posibles efectos secundarios. En el caso de enfermedades virales, sin embargo, los beneficios van más allá de la protección individual. Quien se vacuna, no sólo tiene menor probabilidad de enfermarse, sino que además contribuye a disminuir la propagación del virus. Esta diferencia entre los beneficios sociales e individuales lleva a que los Gobiernos subsidien su aplicación y provean otros incentivos, con el objetivo de alinear los beneficios netos individuales con los sociales.
En la pandemia actual, estas fallas de mercado parecen no haber sido un problema. Los incentivos económicos llevaron a desarrollar vacunas altamente efectivas en tiempo récord. En una entrevista fascinante en The Journal el 20 de noviembre, Ugur Sahin, CEO y cofundador de BioNTech, desarrolladora de la vacuna Pfizer, cuenta que apenas supo de la existencia del virus decidió congelar todos sus proyectos para dedicarse de lleno al que seguramente iba a ser el más importante de su carrera. Sus inversionistas, inicialmente, y luego la gigante farmacéutica Pfizer, no dudaron en apoyarlo. Sin la garantía de una patente, sin embargo, es probable que la historia hubiese sido distinta.
Por otro lado, los gobiernos en todo el mundo han optado por subsidiar completamente la vacuna. En Estados Unidos, se han sumado incluso algunos privados, gracias a lo cual esta semana pude disfrutar de un donut gratis en Chicago, después de recibir mi segunda dosis de Pfizer.
Entonces, ¿por qué seguimos en pandemia? Claramente, donde sí ha habido una falla es en la etapa de producción. Si bien la tecnología existe, la capacidad actual de producir vacunas es limitada. Y las farmacéuticas no tienen incentivos a invertir en expandir su capacidad y acelerar la producción, ya que las cantidades están comprometidas, y la inversión es específica y sumamente costosa. En un estudio reciente publicado en la revista Science, un grupo de economistas concluye que una inversión agresiva en la producción de las vacunas que hubiese adelantado cuatro meses su disponibilidad, podría haber salvado vidas y evitado pérdidas económicas mundiales por un valor de entre US$576 y US$989 por vacuna, en contraste con los US$6 a US$40 que reciben los productores. Esto indica que hay una brecha enorme entre los incentivos sociales y privados para acelerar la producción.
En este último caso, la falla de mercado es menos obvia, pero las consecuencias han sido devastadoras. La economía también nos da herramientas para corregir los incentivos en este caso, pero eso será materia de otra columna.
- La autora pertenece al Becker Friedman Institute, University of Chicago