¿Falta de racionalidad?
Por Eugenio Rivera, Fundación Chile 21
En La Tercera, Lucía Santa Cruz reclama contra la violencia de unos pocos, el nivel de debate en la Cámara de Diputados y el repudio que ella cree ver respecto de la racionalidad. No menciona la grave situación que vive un sector muy grande de la ciudadanía producto de la grave crisis económica. No extraña en consecuencia que acuse de irracionalidad a quienes apoyaron la reforma que permite el retiro de fondos de pensiones.
En el marco estrecho del sistema de AFP y en contextos de normalidad, es debatible la racionalidad de utilizar los fondos de pensiones para enfrentar problemas durante la vida activa. Pero, en un contexto de falta de trabajo, ingresos y ayuda del gobierno, ¿no es acaso racional utilizar los pocos fondos que se tiene para enfrentar la aguda emergencia? Del mismo modo, cuando el 85% de la población, después de 40 años y múltiples debates, ha llegado a la convicción de que el sistema privado de pensiones ha fracasado, ¿no es acaso racional buscar su superación? Más todavía cuando en la gran mayoría de los países la capitalización individual no es la columna vertebral del sistema de pensiones, como lo es en Chile.
No se trata, en consecuencia, de irracionalidad, sino conflicto de racionalidades. Pero, no hay peor ciego…
Señala que Chile está en un punto de inflexión, pues se perdieron los consensos respecto de la democracia representativa y la economía de mercado, como ejes fundamentales. Los consensos aludidos se concretaron en el contexto de lo que Carlos Huneeus ha llamado “democracia semisoberana”. Pero más allá de eso, si bien un sector muy acotado de la ciudadanía movilizada es crítica de la democracia representativa; ello no es el caso ni en el sistema político ni en la sociedad. La democracia enfrenta graves dificultades porque no ha logrado responder adecuadamente a los cambios sociales, económicos y tampoco al creciente empoderamiento de los individuos. Muchos en Europa, en EE.UU., en América Latina, consideran que el sistema político está blindado contra la demanda ciudadana, pero se propone una mejor democracia, más representativa, y complementada con formas de participación y deliberación.
Sin duda que la idea de una economía de mercado que se proyecta como una sociedad de mercado ha perdido sustento. En la actual oposición, el mercado es considerado un mecanismo indispensable, pero regulada desde el Estado y la sociedad civil. La desigualdad que ha producido la sociedad de mercado ha hecho surgir en la propia derecha detractores entre los diputados, pero también en los nuevos intelectuales del sector. Al contrario de lo que sostiene Santa Cruz, el problema de la derecha no es la falta de convicción respecto del neoliberalismo, sino el predominio que todavía mantiene, el no reconocimiento de su colapso y el rechazo a buscar una renovación.