Fuentes y libertad de expresión
SEÑOR DIRECTOR:
En el artículo del medio El Mostrador denominado “Tatiana Klima, la poderosa…” , se hace una crítica a La Tercera por su rol de informar los avatares que ocurren dentro del Palacio de la Moneda, asumiendo como pecado que tenga fuentes. Plantea, en voz de una fuente consultada, que las filtraciones son un asunto de este gobierno a niveles superiores que los anteriores. Esto no corresponde a la realidad, pero más allá de la imprecisión, tiene un asunto delicado sobre la libertad de expresión.
Los medios tienen el pleno derecho a tener las fuentes que considere prudentes e informar sobre lo que ocurre en los interiores de La Moneda, en especial aquello que no es visible para el gran público. Este derecho es un bien público que permite auscultar el poder, y por tanto tener capacidad de control ciudadano sobre este. Cualquier restricción a esta libertad implica una sociedad más opaca, con las consecuencias que conocemos. Los lectores somos quienes nos toca evaluar si la noticia corresponde a un asunto de interés, o si es solo parte de una agenda personal.
El uso de fuentes en off está cubierto por la Ley de Prensa, y por cierto corresponde a un estándar mínimo de un país que se precie de tener libertad de información. Cualquier intento de coacción, o de presión sobre un medio para que no las utilice, crea la sensación que hay quienes buscan que las personas solo se informen por un canal digital oficial y controlado. Apuntar con el dedo públicamente a un funcionario acusándolo de ser fuente de un medio, es también un mecanismo de censura.
Los problemas comunicacionales de un gobierno no se resuelven con más o menos filtraciones, sino con una estrategia adecuada que logre crear un sentido común con la gente y genere las certezas necesarias sobre las políticas públicas que se están desarrollando. Los medios en esto juegan un rol y serán creíbles solo si incomodan al poder recurriendo a las fuentes necesarias para no quedarse solo en el discurso oficial.
Carlos Correa