Género y trabajo pospandemia

El teletrabajo en medio de la pandemia del coronavirus (COVID-19).


Por Elisa Walker, abogada

La salud es la principal preocupación que se deriva de la crisis sanitaria, pero muchas preguntas han surgido sobre cómo será la vida pospandemia. Qué duda cabe que el lugar del trabajo se verá impactado por esta experiencia de encerramiento. Muchos anticipan que la forma en que se organizan estos espacios probablemente será diferente, promoviendo el establecimiento de espacios dinámicos que permitan hacer un uso más eficiente del mismo. Las conversaciones sobre ésta y otras materias laborales ya se están dando. En este contexto, resulta fundamental que también se pongan sobre la mesa preguntas que tengan perspectiva de género.

La corresponsabilidad parental es una de las grandes carencias que se viven dentro de una organización. Tenemos cifras y conocimiento sobre cómo se le carga la mano a las mujeres con la responsabilidad del cuidado de los niños y el trabajo doméstico. Las empresas y organizaciones no son ajenas a esta realidad. Muchas veces la carrera profesional de las mujeres se ve mermada porque se asume que ellas no pueden tener mayor compromiso con la empresa debido a sus deberes domésticos. Esto no solo afecta a las mujeres, sino que a las propias empresas, perdiendo capital humano y productividad. Algunas empresas tratan de incluir medidas de apoyo para el balance con lo doméstico, pero lo enfocan solo en las mujeres, sin entender que el mejor respaldo es promover desde un punto de vista organizacional que las labores de cuidado corresponden tanto a hombres como mujeres.

¿Qué tiene que ver todo esto con la pandemia? Aunque suene curiosa esta afirmación, el encierro que estamos viviendo podría ser la mejor campaña de sensibilización sobre este desafío. La pandemia ha obligado a las personas que dirigen organizaciones a estar encerradas por varios meses en sus casas, forzados a convivir con lo doméstico, tema que, en general, es invisible a sus ojos. Esto permite tomarle el peso a dichas labores. Ver cómo las mujeres son las que asumen ese rol. Obviamente, el que quiere seguir siendo ciego a esta realidad siempre va a tener una excusa para serlo. Es así donde surge una pregunta muy relevante. ¿Qué pasará cuándo podamos salir de nuestras casas y tengamos que volver al trabajo?

Es esperable que en los lugares donde trabajamos no se olviden de esta realidad, porque el mundo doméstico no es un anécdota para la gran mayoría de las mujeres que trabajan, sino que es una realidad de la que se hacen cargo a diario. Tiene que haber una respuesta institucional a este desafío, pero la respuesta tiene que ser adecuada. Esto implica que una organización no solo tiene que dar facilidades para que lo laboral conviva con lo doméstico, sino que también debe promover esas facilidades tanto para mujeres como para hombres. Esa es la verdadera evolución. De lo contrario, la igualdad de oportunidades seguirá siendo una ilusión, el talento de las mujeres seguirá diluyéndose en lo doméstico, y las empresas no se enriquecerán del mismo.