George Floyd: Una tormenta perfecta en EE.UU.
Muchas cuentas en Instagram se fueron a negro en señal de luto, mientras que en Twitter se han multiplicado los hashtag de #BlackOutTuesday y #BlackLivesMatter. En un mundo globalizado, la muerte de George Floyd, un ciudadano afroamericano de 46 años asfixiado por un policía blanco durante su arresto en Minneapolis el pasado 25 de mayo, tiene un impacto planetario.
Desde la muerte de Floyd -consignado como un homicidio debido a una “compresión del cuello” según la autopsia oficial- las protestas se han multiplicado en más de 150 ciudades en Estados Unidos, en muchas de las cuales se ha debido desplegar a la Guardia Nacional. Pese al toque de queda en algunos casos, cientos de miles de personas se han manifestado para repudiar la acción policial y honrar a Floyd. En muchos casos las protestas han sido pacíficas, pero también han habido disturbios, saqueos, severos daños contra la propiedad pública y privada, además de violentos enfrentamientos con la policía.
Tan extendidas han sido las movilizaciones ciudadanas que se han transformado en las mayores protestas desde el asesinato de Martin Luther King en Memphis, en abril de 1968. Todo esto ocurre en un escenario muy delicado en Estados Unidos: el desempleo se sitúa en un 14,7%, la pandemia del coronavirus ha dejado 1,8 millones de personas contagiadas y 108 mil muertos y además Donald Trump se juega su reelección el 3 de noviembre.
Por eso, las protestas que están teniendo lugar en Estados Unidos no se tratan solamente de Floyd, sino que también serían una demostración palpable de un creciente descontento social. Trump sabe que con esta “tormenta perfecta” está en juego su relección y ha optado por situarse como el Presidente que defiende “la ley y el orden”, como suele repetir por Twitter. De paso, ha tiladado a los manifestantes que han provocado disturbios como “anarquistas”, “antifacistas”, “extremistas”, además de hablar de “organizaciones terroristas”, de “fake news” y de “odio y anarquía”.
Lamentablemente lo de Floyd no es un caso aislado. Su caso recuerda, por ejemplo, la paliza que recibió Rodney King en 1992, el homicidio a balazos de Michael Brown en 2014, la asfixia de Eric Garner en Nueva York ese mismo año y el asesinato de Freddie Gray en 2015, entre muchos otros. Pero los manifestantes y quienes han difundido el hashtag de “BlackLivesMatter”, esperan que el caso de Floyd no sea uno más.