
Gestión, comunicación y política

Hay tres elementos que son inseparables a la hora de enfrentar desafíos en la comunicación de gobierno: gestión, comunicación y política. Este triángulo resulta de utilidad cuando hay crisis o cuando un gobierno acomete una política pública que, de manera responsable, busca que sea sustentable en el tiempo.
Si existe ausencia de política, un gobierno puede tener una excelente gestión y una comunicación oportuna, pero sus éxitos se verán opacados ya sea porque faltó un gesto, o las formas no se cuidaron y la cuenta sale cara. Cuando la gestión es deficiente, y se comprometen cosas que nunca suceden, sale en la TV pero nunca lo puedo experimentar en mi vida cotidiana, el apoyo popular se va diluyendo. Y para qué decir cuando solo predomina la comunicación y no hay política ni gestión. Ahí el discurso es solo eso, unas palabras que se las lleva el viento. Eventos comunicacionales que se piensan para dar “circo al pueblo”, creyendo que el pueblo no piensa o solo es un grupo que se mueve por amor al líder o lideresa. Termina el evento, y la misión está cumplida con los likes que recibe en las redes sociales (generalmente de un grupo afín). La comunicación que se construye solo a punta de discursos bonitos, termina por agotar los conceptos.
En el último año de gobierno del Presidente Boric, cuando después de tres años existen equipos más afiatados y experiencias adquiridas que de otra manera era imposible obtener, resultará imprescindible combinar sabiamente los tres componentes descritos. No es posible que todos vean una parte y nadie vea el todo. O que los equipos con altas responsabilidades tengan pedazos de información y no les haga ruido ignorar el diseño completo de lo que persiguen.
La historia de la casa museo del Presidente Allende es un buen ejemplo de la ausencia de equilibrio entre gestión, comunicación y política. Era una buena idea pésimamente llevada adelante. Con la mejor intención, pero sin ningún rigor. Sin coordinación y compromiso con el propósito de parte de los equipos. Haciendo porque hay que hacer. Cumpliendo porque se verá bonito. O simplemente hay que hacerle caso al jefe o la jefa. Y lo peor, no me importa si resulta o no, pues hago solo una parte del trabajo.
Independiente del color político que los gobiernos tengan, ignorar el equilibrio entre gestión, comunicación y política es pan para ahora y hambre para mañana. Por supuesto que se pueden ganar elecciones solo con la estridencia, el desparpajo, la novedad o la política espectáculo. Estamos llenos de ejemplos. El punto es otro: ¿en el mundo que habitamos y que viene, lleno de incertezas, qué equipos de gobierno necesito? ¿Cómo superviso que las cosas sucedan de verdad? ¿Cómo comunico lo correcto y no lo efectista? ¿Cómo se sostiene el bienestar para todos y no solo para ganar tal o cual elección? Una parte de esto es lo que vamos a votar próximamente.
Por Paula Walker, profesora Magíster de Políticas Públicas Universidad de Chile
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