Gini y reformas tributarias, cómo transitar del oprobio al aplauso con coherencia y proactividad
Por Daniela Benavente, economista
Según datos OCDE del año 2017, el Gini del ingreso bruto antes de impuestos de Chile es de 0,47 y el Gini del ingreso disponible post impuestos y transferencias mejora apenas una centésima a 0,46. Esto nos sitúa firmes por sobre la línea del oprobio (0,45). Un diputado dijo que el Gini bruto de Chile estaba al nivel del de Alemania; la OCDE discrepa, el Gini de Alemania pasa de 0,35 pre impuestos a 0,29 post. Un valor bajo 0,30 es digno de aplauso y debiera ser la meta para Chile.
¿Los proyectos tributarios en carpeta mejoran o empeoran el Gini? Por falta de espacio, solo podré analizar tres temas: exenciones, royalty e impuesto a los súper ricos. Quedan pendientes los análisis de impuestos vigentes y de transferencias para otra columna.
Nadie ha propuesto eliminar todas las exenciones; muchas de ellas hacen sentido económico o social: el régimen Pyme, las franquicias a universidades o a plusvalía en compraventa de bienes raíces de parte de particulares, por ejemplo. Pero una serie de exenciones sí son regresivas, y existe un informe técnico del FMI y recomendaciones consensuadas de una comisión de economistas para su eliminación; no se entendería que el Ejecutivo no empuje esta agenda o que el Congreso no la apoye.
¿Apoyará el Congreso? Existe un pésimo e incoherente precedente: la exención a los retiros del 10% de las AFP. Los retiros son malos por el impacto en las pensiones, pero existe una malla de seguridad para los más vulnerables en el pilar solidario (Hacienda estimó en US$ 3.521 millones el mayor costo en pensiones solidarias del primer retiro).
La política pública que es regresiva es la exención tributaria, más de US$ 2 mil millones en menor recaudación fiscal solo con el primer retiro. Solo el segundo retiro no empeorará el Gini de Chile (y no se entiende el contraproyecto de abril del gobierno, también muy regresivo).
Otra medida impulsada por el Congreso es lo que una amiga llama la ley haiku, el Impuesto a los súper ricos de artículo único en ocho líneas. ¿Es serio? No es serio. Pero lo verdaderamente alarmante es la prevalencia de lugares comunes de parte de los economistas. Dada la concentración de la fortuna en Chile, hace sentido económico y social tener un impuesto a la fortuna o mejorar el impuesto a las herencias.
Viví en Suiza 15 años, uno de los pocos países con impuesto a la fortuna permanente. En Ginebra aplica a patrimonios desde los $62 millones (solteros), con tasa progresiva de hasta 1,04%. Una clave que podría desbloquear el debate en Chile es la llamada “cláusula no-confiscatoria”, que establece que el impuesto al patrimonio no podrá superar el 60% del ingreso imponible del año. Esa disposición suele resolver los problemas de flujo/caja versus stock, de subdeclaración, y de patrimonios no rentables (castillos, obras de arte, ¡esto es Suiza!). Se requiere estudios proactivos de académicos y del gobierno, porque para recaudar los US$ 5 mil millones esperados en Chile habría probablemente que recalibrar la ley haiku.
En cuanto al royalty minero, el consenso de los economistas parece ser que dada la invariabilidad tributaria del impuesto específico, el grueso vigente hasta el 2023, habría una oportunidad única de tomarse estos dos años para estudiar bien el tema y hacer las cosas bien. Concuerdo, pero con un matiz. Invariabilidad tributaria ha habido desde el DL 600, y es el momento de recordar que tras el terremoto del 2010 Piñera usó la estrategia de Lagos y aumentó el impuesto específico, creando el escalonamiento actual y aumentando los plazos de invariabilidad. Recaudó más de US$ 3 mil millones para el esfuerzo de reconstrucción (muy por encima de los US$ 700 millones esperados por Golborne).
Aquí lo grave es el silencio del Ejecutivo, todo augura que nuevamente llegará tarde a un hecho consumado, con la consiguiente crisis política e internacional. ¿Por qué no podría Piñera impulsar una nueva reforma por la pandemia, con nuevos plazos de invariabilidad? Dado el clima político complejo en Chile, es fácil imaginar que varias mineras favorecerían la estabilidad en el tiempo y apoyarían la moción.