Golpe de Estado a Piñera

Piñeras


SEÑOR DIRECTOR:

La forma en cómo elegimos referirnos a la realidad es muy importante porque las palabras conllevan implicancias analíticas, normativas y políticas. En este sentido, cabe evaluar con seriedad las afirmaciones del ex Presidente Sebastián Piñera relativas a que, durante su gobierno, habría experimentado un “golpe de Estado no tradicional”.

Hay una vasta literatura asociada a los golpes de Estado, siendo una tendencia contemporánea la de adherir adjetivos que especifican y alteran las particularidades del fenómeno en cuestión. Clásicamente (Luttwak) un golpe de Estado consiste en la “infiltración de un segmento pequeño, pero crítico, del aparato del Estado, que luego es usado para desplazar al gobierno de su control sobre el resto”. Por esa razón, la participación de las Fuerzas Armadas o de Seguridad en el desplazamiento del poder es fundamental para esta categorización (aunque puede incluir la presencia de burócratas del Estado).

En el caso chileno, no parece haber evidencia de un rol activo de las Fuerzas Armadas para provocar la pérdida de control del gobierno (más bien al revés). ¿Cómo entender las palabras del ex Presidente entonces? Conceptualmente, y salvando las dimensiones multifacéticas de lo ocurrido en Chile en 2019, cabría hablar, cuando mucho, de intento revolucionario. Es cierto que una calificación así requeriría de mayor evidencia empírica, pero, si nos atenemos a Skocpol, las revoluciones son procesos rápidos de transformación del orden político, que incorporan el uso de la violencia, y que buscan alterar la estructura social y los liderazgos que contienen el poder.

Una hipótesis, entonces, es pensar que hubo sectores, organizaciones, grupos o individuos, cuyo interés -mediante acciones violentas- era la caída del gobierno y la reestructuración del orden político. Es evidente que hay superposición entre fenómenos como los golpes de Estado y la revolución (y otros como la insurrección, los pronunciamientos, la rebelión, etc.), pero en este caso, tanto la direccionalidad como los participantes parecen sugerir lo segundo antes que lo primero.

Guido Larson Bosco

Docente Facultad de Gobierno

Universidad del Desarrollo

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