Guardián de la seriedad
"Aunque Marcel es de alma PS (mejor dicho, del PS de otrora), no tiene ni se le ha conocido agenda política o ambiciones electorales. Es un técnico de tomo y lomo. Un economista riguroso, con ideas y metas claras“.
Al analizar los sentimientos en Twitter, pinchando la figura de Mario Marcel aparece algo curioso (ver www.c22cepchile.cl). Si bien es cierto que Twitter puede ser una cloaca o, a lo menos, un balde de agua fría para cualquier político o persona expuesta a la opinión pública, el presidente del Banco Central es una excepción. En octubre solo un 22% de los tuits con su nombre transpiran sentimientos negativos. Un 24% son sentimientos positivos y un 54%, neutrales. En estos tiempos es sorprendente que un economista que además se opuso a los retiros, tenga tan bajo rechazo en las redes sociales. Además del prestigio del Banco Central, quizá hay algo en su historia de vida y su carácter que nos ayude a descifrar este enigma.
Del Instituto Nacional pasó a estudiar ingeniería comercial en la Universidad de Chile (1977-1981). En 1979 ya era ayudante de investigación en Cieplan. Allí estuvo con los grandes y emblemáticos economistas de esa influyente institución. Egresó de la universidad como el mejor alumno de economía. En seguida partió a estudiar a la Universidad de Cambridge. Publicó junto a Gabriel Palma dos artículos en el Cambridge Journal of Economics. Uno sobre la aguda mirada de Nicholas Kaldor sobre Chile después de su visita en 1956. Y el otro sobre el alto desempleo que generó en el Reino Unido la crisis de deuda latinoamericana. Desde ese entonces, Marcel no paró de publicar.
Con el regreso a la democracia, entra al Ministerio de Hacienda con Alejandro Foxley. Llega a ser subdirector de la Dirección de Presupuestos (Dipres). Bajo el gobierno de Frei trabajó en la modernización de la gestión pública y en la Dipres. Y entre 1997 y 2000 representó a Chile como director en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esta experiencia internacional marcó su futuro. Por un lado, en Washington estrechó lazos con Nicolás Eyzaguirre y Michelle Bachelet. Por otro, mostró su impronta de profesional eficiente y creativo en organismos internacionales, los que suelen ser premios de consuelo o a veces simples sinecuras. Marcel llegó al BID a trabajar. No solo eso, empujó mejoras y cambios.
Volvió a Chile con el gobierno de Lagos. Fue seis años director de Dipres en una virtuosa dupla con el ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre. Con la intuición teórica y política de Eyzaguirre, y la cabeza y el trabajo de Marcel, nace esa valiosa y olvidada regla del superávit estructural. Y, vaya sorpresa, en la Dipres implementó profundas reformas. Pero vendría otra sorpresa.
Para el primer gobierno de Bachelet se suponía que Marcel sería ministro de Hacienda. Aunque el programa económico tenía su sello - y muy posiblemente sus pestañas -, la diosa fortuna dijo otra cosa. Fue Andrés Velasco. Aunque sufrió una gran desilusión, Marcel fue leal y republicano. Bachelet le pidió presidir una comisión para mejorar el sistema previsional. Así lo hizo. Ese importante trabajo advirtió muchas cosas. Y la finalmente llamada “Comisión Marcel”, fue la que permitió la reforma previsional del 2008. Terminada esa tarea, volvió al BID en Washington. Su trayectoria y reputación en estos organismos internacionales lo convirtieron en un candidato perfecto. Marcel, el funcionario internacional serio y trabajador, después se fue a la OCDE. Y en seguida al Banco Mundial. En estos organismos burocráticos, lentos y acompasados, rápida y eficazmente lideraba cambios institucionales. Marcel es de los que aterrizan en un lugar y corren. Aprende rápido, se adapta e impulsa cambios.
Como la patria tira, en el año 2015 Marcel regresa como consejero al Banco Central y al año siguiente asume la presidencia. Recién acaba de ser ratificado por el presidente Piñera por otro período. En el Banco Central lidera un plan estratégico de mejoras en transparencia y cambios en la estructura gerencial. Además, hay señales que avanzan en métodos de pagos digitales y medioambiente. Seguramente vendrán otros planes, otras mejoras y nuevos cambios.
Aunque Marcel es de alma PS (mejor dicho, del PS de otrora), no tiene ni se le ha conocido agenda política o ambiciones electorales. Es un técnico de tomo y lomo. Un economista riguroso, con ideas y metas claras. Es buen amigo de sus amigos y no de quienes le convienen. Y siempre ha sido de muy bajo perfil. Y si algo ha caracterizado su trayectoria y marcado su reputación, es la seriedad y profesionalismo con que asume sus tareas. Pareciera que Marcel, donde caiga, no paga ni sufre el precio del aprendizaje. Si bien dicen que es llevado a sus ideas o sabe para dónde hay que ir, no es mañoso ni torcido. Es serio y riguroso. En fin, una mente técnica a disposición del país.
Como presidente del Banco Central Marcel se expresa y expone con la calma y seguridad de un médico que conversa con su paciente. Parece hecho de hormigón armado. Esto, por cierto, no quita que tenga su peculiar sentido del humor, tal vez más británico que chileno.
Hace tres semanas, mientras se debatía sobre el cuarto retiro, el senador PS Alfonso de Urresti lo increpó: “Lo suyo es una visión técnica, pero yo legislo para la ciudadanía que está en la calle. Usted no considera la realidad de la gente concreta”. En esa ocasión Marcel, imperturbable y con los pies en la tierra, una vez más mostró su sólida humildad republicana. Unos van por la reelección y el aplauso fácil. Otros, por la institucionalidad y la seriedad. Unos por los votos. Otros por el país. Quizá por eso, y pese a todo, el futuro vigilante del Banco Central es tan respetado, incluso en Twitter.