Héctor Llaitul, la CAM y el conflicto indígena
SEÑOR DIRECTOR:
Se estableció una condena de 23 años para Héctor Llaitul, quien fue líder de la CAM. Este precedente marca un hito emblemático para la historia reciente del conflicto, que hoy vive su peor rostro, además de constituir un acto de justicia para las víctimas de la región. No obstante, y pese a lo significativo del caso, el escenario todavía es complejo.
Es importante avanzar en seguridad, y el fallo a Llaitul da una señal en esa dirección, de eso no cabe duda. Sin embargo, hay que resistirse a la tentación de pensar que el problema con los pueblos indígenas se reduce solo a esto.
La violencia es la fiebre de una enfermedad que no ha sido tratada, y si bien es fundamental bajar la fiebre, lo más relevante es curar la enfermedad: hacerse cargo de la deuda con los pueblos indígenas. Si no, la fiebre puede volver con más fuerza. Los liderazgos radicales se reinventan en nuevos rostros, lo mismo con las organizaciones, y si en 1997 solo estaba la CAM, hoy existen al menos 5 organizaciones más: WAM, RMM, RML, entre otras.
Esta condena debe traducirse en muchas más, pues Llaitul es solo una pieza en un esquema más grande con relación a la violencia. No obstante, también es momento de comprender que el fin de la impunidad, pasa, a su vez, por un trato diferente que enfrente los problemas de hacinamiento, pobreza, inseguridad, falta de agua, debilitamiento cultural, que todavía son una amarga realidad en la población indígena y sirven de combustible para los grupos radicalizados.
Jorge Cordero Frigerio
Faro UDD
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