Heller entrega la U

Heller, Aubert, Universidad de Chile
Carlos Heller, presidente, y Cristián Aubert, gerente general, separados por el abogado Joaquín Laso, en la junta de accionistas de Azul Azul, abril de 2015. Días después, Aubert renunciaría a la U.

"El ya nuevo presidente de Azul Azul siempre fue crítico con la gestión de Heller y Navarrete. De ahí la sorpresa que supuso su llegada en marzo al directorio, relevando a Jorge Burgos, y la sacudida de su ascenso cantado al trono consumado ayer. Extraños compañeros de cama que convoca el fútbol".



Cuando los disgustos y los violentos derrotaron a Carlos Heller y lo sacaron de la dirección y el foco del club de su propiedad, justo un año antes de que atacase la pandemia, el gobierno azul cayó aparentemente en las manos de José Luis Navarrete, militar en la reserva, con fama de tacaño, peleón y autoritario. Una solución de pretensión interina que se prolongó casi a los 600 días de vigencia y que, concluida ayer, dio para cumplir con no pocos encargos. Exprimir el bolsillo con ahorros incluso irrisorios, como el de obligar a llevar el champú de casa; alejar a Johnny Herrera, ídolo indiscutible pero también incontrolable, y dejar a la U en primera. No por juego sino por secretaría, pero en Primera. Y hasta en Libertadores, aunque solo por un rato.

Mi Comandante le llamaban en el camarín. Obediente o leal con la propiedad, inflexible y un punto desesperante en la negociación y enemigo de unos medios de comunicación a los que afirmó no entender. Alguien que se encargó de la cuenta chica y dejó los asuntos del balón en manos de gente del fútbol, Rodrigo Goldberg y Supermán Vargas. Un año estirado artificialmente cuatro meses más por culpa del Covid. Un ciclo que ya se acabó.

Ahora se pone al frente de Universidad de Chile Cristián Aubert, un perfil de gobierno que se va al otro extremo. Un director más ejecutivo, dominador de la industria y el negocio más que del juego, de elevada reputación e influencia entre los dirigentes del fútbol patrio. Pero además, y sobre todo, un empleado que llega del bando contrario. Que trabajaba para quien hasta despreciaba a Carlos Heller cuando ambos coincidían en el directorio del club. Para Peter Hiller, el enemigo del accionista mayoritario actual. El ya nuevo presidente de Azul Azul siempre fue crítico con la gestión de Heller y Navarrete. De ahí la sorpresa que supuso su llegada en marzo al directorio, relevando a Jorge Burgos, y la sacudida de su ascenso cantado al trono consumado ayer. Extraños compañeros de cama que convoca el fútbol.

Un cambio de mando que, por tanto, no parece afectar solo al nombre, sino al modelo y más alla. Heller entrega la U. Lo pone en las manos de un teórico adversario. Una asociación que despierta perplejidad e invita (aunque decide toda la mesa y no el que se sienta en el sitio principal) a seguirla con curiosidad.

Algo de eso flotaba también ayer en el ambiente electoral por la presidencia de la ANFP. Aubert era del grupo de mensajes de la rebelión, el bando que sacó a Moreno del sillón e impulsa la candidatura de Antillo. El club le obligó a salir de ahí, pero ahora el voto es suyo. En su despedida, Navarrete le aseguró a la gente de Milad que el apoyo de la U se mantiene, pero los opuestos dejaron correr que se hacen ilusiones.

Azul Azul cambia de cabeza. Se va Navarrete, llega Aubert. Vargas y Goldberg pasan a evaluación. La U se parece menos a Heller. Se le pone un poco más lejos. Aunque mantiene la mayoría de las acciones. De momento. Porque hay quien ya quería ver ayer otras señales.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.