Herencia cultural y arqueología

SEÑOR DIRECTOR:
Max Uhle (arqueólogo alemán, director del Museo de Etnología y Antropología de Santiago a inicios de 1900) describió cuerpos momificados Chinchorro en 1917. Tras ello, tuvieron que pasar 104 años para que esta milenaria tradición cultural fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El acervo arqueológico y su valoración requieren ciertamente de mucho tiempo, hasta siglos, por eso mismo su condición de arqueológicos y no de bienes de mercado. Es un bien cultural fundamental para la construcción de nuestras identidades y memorias, por lo que su protección no busca generar progreso económico, sino cultural.
A partir de una serie de reportajes y declaraciones sesgadas aparecidas en los medios de comunicación se ha planteado una falsa dicotomía entre desarrollo económico y arqueología. Se ha malinformado con desconocimiento grave de los procesos ambientales y regulaciones sobre el patrimonio arqueológico existente en el país, denigrando una profesión y minusvalorando la herencia cultural que cobija Chile y que el Estado debe proteger. Resulta así recurrente ver en titulares referir a hallazgos arqueológicos como “tapitas de Coca-Cola, bacinicas, zapatillas o acumulación de basura”, sin ofrecer ningún análisis de la situación, propuestas de solución, desconociendo que las tramitaciones ambientales obligan a las partes por mutuo acuerdo en una Resolución de Calificación Ambiental (RCA) a cumplir con los compromisos para el desarrollo de sus proyectos.
Por su parte, el Estado (en sus distintos gobiernos) se ha mantenido pasivo y avalando las críticas de los poderes económicos y políticos sobre el patrimonio arqueológico que debe proteger. Así, no se ha logrado actualizar la Ley de Monumentos Nacionales y la modificación del Reglamento de Arqueología, ambas iniciativas que tienen proyectos concretos y donde la SChA ha sido protagonista, pero que aún no se logran implementar.
Es el conocimiento que genera la arqueología a partir del estudio de sitios conformados por fragmentos contenidos en múltiples estratos de suelos chilenos lo que le da valor a esas ruinas o desechos de pueblos originarios y no los metros cuadrados o cúbicos por rescatar. Ese conocimiento, sin duda, debe armonizarse con los proyectos económicos, marcos normativos patrimoniales y ambientales actualizados y eficientes, formación profesional con altos estándares de preparación para los distintos ámbitos de desarrollo de la arqueología actual, así como con un compromiso del Estado, los privados y la ciencia por lograr un debate y soluciones a la altura del tema. Tampoco debemos dejar fuera a las distintas comunidades que se vinculan de diversas formas con el patrimonio arqueológico, el cual es la base de las reivindicaciones identitarias, tanto pasadas como presentes.
Marcela Sepúlveda
Presidenta Sociedad Chilena de Arqueología
Óscar Toro
Consejero Consejo de Monumentos Nacionales (SChA)
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