Hospitales públicos: ¿Hoyo negro financiero?
La salud pública chilena no tiene una respuesta clara para desmentir esto. Existe fuerte dispersión, según cuál sea el hospital, en los costos de tratar a pacientes con similares condiciones de ingreso hospitalario. Pero no tenemos información pública transparente sobre cuáles hospitales operan mejor y cuáles peor, según área clínica de tratamiento. Como consecuencia final, los costos operacionales totales del sistema suben y suben. ¿Cómo mejorar esto?
El costo de la atención hospitalaria varía según la enfermedad y condición del paciente, y según las prácticas clínicas y gestión de cada hospital. Para simplificar los desafíos de gestión hospitalaria, países desarrollados utilizan una metodología de estandarización de actividad hospitalaria denominada Grupos Relacionados de Diagnóstico (GRD): cada paciente ingresado se codifica en un determinado grupo (GRD) de tratamiento, según su diagnóstico y comorbilidades al ingreso. Esto implica un paquete de prestaciones y un costo esperado promedio por caso tratado, incluyendo todas las atenciones esperadas en cada grupo (GRD), hasta el egreso del paciente. Esta información permite comparar entre costos esperados y efectivos del tratamiento por cada egreso, según unidades clínicas de tratamiento, dentro de un mismo hospital, entre hospitales e incluso entre países. Así se pueden identificar excesos y ahorros de gasto, respecto de promedios relevantes de comparación.
En Chile, los últimos cuatro gobiernos han desarrollado, en forma incremental, diversas iniciativas para implementar GRD hospitalarios. Se han adquirido softwares y licencias, capacitado al personal clínico, creado unidades de control GRD (en los hospitales más grandes y complejos), y desde 2020 la Dipres dispone de una glosa presupuestaria para financiar actividad hospitalaria GRD. ¿Cerca entonces de alcanzar el estándar hospitalario del mundo desarrollado? Graves deficiencias en la atención hospitalaria indican lo contrario. ¿Por qué?
Hasta ahora, los GRD en Chile han permitido protocolizar y estandarizar mejor la práctica clínica. Pero su uso para gestionar los recursos disponibles está en pañales. Fonasa, que usa datos GRD para definir compromisos de gestión de los directivos de hospitales públicos, es un león sin dientes: no tiene potestad legal para ajustar presupuestos, condicional al resultado de esos compromisos. La Subsecretaría de Redes (Minsal) tampoco ha iniciado un programa serio de gestión GRD. Lo justifica --hasta ahora- porque enfrenta otras prioridades (post pandemia). La pregunta es: ¿Cuándo se priorizará el uso de buenos instrumentos de gestión (GRD) para identificar y premiar a los hospitales que hacen bien su pega, y llamar a más disciplina y mejoras a aquellos bajo el promedio relevante de gestión?
¿Cómo avanzar? Algunas ideas: 1) Verificar si los costos relativos entre grupos GRD, hoy con valores en uso en Chile que son sólo copy/paste del software importado desde US, reflejan bien los costos chilenos; 2) fortalecer la correcta codificación de casos, con más auditorías (no sólo a los casos outliers), más capacitación y feedback; 3) hacer públicos todos los datos GRD, e.g. actualizando y detallando la información del sitio web “Monitoreo Ciudadano Fonasa”, hoy con datos demasiado agregados y sólo disponibles para 2019-2020.
Necesitamos invertir en este tipo de “detalles” para mejorar la salud pública en Chile.
Por Jorge Kaufmann, economista, y Julio Peña, Clapes UC