Ignacio Morales: Voces con autoridad. Sobre la guerra en Israel y Palestina

Smoke rises over Gaza as seen from Southern Israel, amid the ongoing conflict between Israel and Palestinian group Hamas
Smoke rises over Gaza as seen from Southern Israel, amid the ongoing conflict between Israel and Palestinian group Hamas, November 10, 2023. REUTERS/Evelyn Hockstein TPX IMAGES OF THE DAY


En julio de 2010 y a solo un mes de su muerte, Tony Judt – en una conversación con la periodista y hoy miembro laborista del Parlamento israelí, Merav Michaeli – dio la que sería su última entrevista a la revista The Atlantic. En ella, con el juicio agudo que siempre lo caracterizó, se refirió a la crisis permanente entre israelíes y palestinos. No está demás decir que Judt, uno de los historiadores británicos más importantes del siglo XX, poseía una indiscutible autoridad para referirse a este problema incombustible. De familia judía, vivió en Israel en la década de 1960 y, como muchos otros historiadores judíos contemporáneos (Avi Shlaim e Ilan Pappé, entre otros), criticaría con dureza la actitud expansionista del Estado de Israel luego de la Guerra de 1967.

Hoy, luego de los atroces acontecimientos del pasado 7 de octubre en el sur de Israel, y mientras las bombas aun caen sobre Gaza, vale la pena hacer una pausa, obviar los lugares comunes y volver sobre elementos fundamentales. Al referirse a la tensa relación entre el Estado de Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), Judt señaló que “después de todo, Israel prácticamente inventó a Hamas con la intención de debilitar a la Organización por la Liberación de Palestina. Bueno, tuvieron éxito y ahora son los únicos que no pueden ver lo que tiene que pasar”. El rol de Israel en el indirecto fortalecimiento de Hamas durante la década de 1980 ha sido ampliamente documentado y, a estas alturas, debiera considerarse como un hecho de la causa. Por el otro lado, la ideología islamista radical de Hamas ha contaminado con violencia la causa palestina y aquellos que la entienden como una muestra de resistencia legítima, no entienden absolutamente nada. Si algún incrédulo cree que, de vencer Hamas, Palestina se transformaría en un Estado próspero e independiente, recomendaría leer su manifiesto político e imaginar la vida bajo una suerte de califato radical, autoritario y genocida.

Lamentablemente, para muchos activistas de ambos bandos, resulta poco conveniente volver sobre la historia y asumir que en ellos también recae un grado de responsabilidad sobre el estado del conflicto. No olvidemos que el gabinete político de Benjamín Netanyahu es un grupo de fundamentalistas religiosos de extrema derecha que no ha creído nunca en el reconocimiento del Estado Palestino. Así además, han socavado cualquier tipo de acuerdo posible, al fomentar la ocupación ilegal de Cisjordania, Jerusalén oriental y el encierro absoluto de Gaza. Hoy, son ellos quienes pretenden destruir a Hamas mientras transforman a Gaza en cenizas y perpetúan una de las crisis humanitarias más grandes de las últimas décadas. Sobre esto, el mismo Judt señaló en aquellos años que “Israel debiera estar mucho más preocupado del Israel que está creando para sí mismo: un Estado semi-democrático, demagógico, de extrema derecha…”. Luego, sin pudor alguno, agregaría que “la identificación de Israel con Auschwitz (y la de sus enemigos con el nazismo) no es solo obscena, sino que contraproducente. Hasta 1967 era semi-plausible … Luego de 1967 es una afirmación ridícula”. No deja de ser interesante que en la actualidad, muchos recurren a este argumento para justificar la conducta de Israel.

Han pasado 13 años desde esta entrevista y pareciera que no ha perdido vigencia. Por supuesto, la violencia ha aumentado y los eventos del pasado 7 de octubre han reafirmado lo que (algunos) ya sabíamos de Hamas. Con todo, defender la fuerza desmedida con que el gobierno de Netanyahu ha reaccionado contra miles de civiles, y creer que luego de destruir la capacidad militar de Hamas, también terminarán con su ideología, es tratar de entender la guerra con los ojos aun teñidos de sangre.

Por Ignacio Morales, académico de la Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez