Impuestos a los súper dañinos
Por Guillermo Paraje, Universidad Adolfo Ibáñez, y Juan Carlos Said, Fundación América Transparente
Mucho se habla de aplicar un impuesto por una vez al patrimonio de los “súper ricos” y de su factibilidad o conveniencia. Ciertamente, en la coyuntura actual, el Fisco necesita recursos frescos. Pero los costos económicos y sanitarios de la pandemia van a extenderse en el tiempo y para esto se necesitan recursos en el largo plazo. Una posibilidad cierta de aportar recursos está dada, en cambio, por impuestos a los “super dañinos”: tabaco y alcohol. Estos impuestos pueden generar recursos adicionales en forma sostenida en el tiempo y, sobre todo, ahorrar gastos en salud de manera permanente.
El consumo de alcohol es responsable directo de alrededor del 13% de los fallecidos al año (aprox. 13.000 personas). Dicho consumo le cuesta a la sociedad unos 2.200 millones de dólares por año en costos directos (ej: atenciones médicas) e indirectos (ej: crímenes y violencia, mortalidad prematura). El Fisco, sin embargo, recauda por concepto de impuestos al alcohol menos del 20% de esto. El caso del tabaco es similar. Se producen unas 16 mil muertes anuales (alrededor del 16% de las muertes totales) y los costos directos (solo por atenciones médicas) alcanzan los 2.200 millones de dólares al año. Si se suman los costos indirectos probables, el costo social del consumo de tabaco, rondaría los 6.600 millones de dólares al año. El Fisco recauda en impuestos al tabaco menos del 20% de este costo.
El tabaco sigue siendo un producto asequible en relación con el ingreso de la población. El caso del alcohol es aun peor: las bebidas alcohólicas en Chile están entre las más asequibles de la región y su precio real hoy es similar al que tenía a principios de 1993. Desde ese momento, el ingreso promedio aumentó más de 5 veces.
Si se incrementan estos impuestos y se fiscaliza adecuadamente su comercialización, la recaudación impositiva va a aumentar. Se estima que un aumento pequeño en el impuesto al alcohol puede aportar unos 250 millones de dólares adicionales anuales. En el caso del tabaco la situación es similar y además se debieran agregar los productos de tabaco calentado y electrónicos que hoy se venden a la vista de todos, sin pagar impuestos. Pero incluso si la recaudación no aumentara ni un centavo, el Fisco ahorraría considerablemente y de manera permanente en gastos de salud que hoy son una pesada carga para las arcas fiscales. El tabaco es la principal causa de quince tipos de cáncer y el más relevante factor de riesgo para infarto, principales causas de muerte y discapacidad en Chile. El alcohol es también causa de siete tipos de cáncer, accidentes de tránsito y muertes violentas (principal causa de muerte en jóvenes).
No hay ninguna razón para que, en un contexto de crisis sanitaria, no se usen estos impuestos para mejorar la salud de la población. Adam Smith escribió en 1776, en su Riqueza de las Naciones, que “(…) ron y tabaco son bienes que para nada son necesidades de la vida, y que se han vuelto objetos de casi consumo universal, y que por lo tanto son extremadamente apropiados para ser sujetos de un impuesto”. El apoyo de una iniciativa como esta, que permite salvar vidas, ahorrar recursos y generar ingresos de manera permanente debiera ser transversal.