Inconsistencia presupuestaria
Cuando comenzó la pandemia, el Imperial College de Londres (Ferguson et al, 2020) señaló que se viviría lo que se llamó coloquialmente “el martillo y la danza”. Olas de contagios que vienen y van continuamente en la medida que se instalan y sacan las “intervenciones no farmacéuticas” (INF) para no colapsar el sistema de salud. Se ha señalado que esto puede permanecer hasta fines del 2022.
Por lo tanto, la situación que estamos viviendo será algo permanente por algún tiempo. Esto probablemente, querámoslo o no, va a transformar la economía y la sociedad. En ese contexto, es fundamental el rol y liderazgo del Estado y los múltiples actores involucrados en la política pública, para darle una conducción que sea coherente con los desafíos de Chile hoy. Los otros dos importantes desafíos son el conflicto distributivo, que nos tiene y mantendrá en un proceso constituyente hasta el 2022, y la emergencia climática.
Las transformaciones económico sociales tienen un lado positivo, que es la creación de nuevas formas de producir, que muchas veces han ido acompañadas de avances sociales, pero también tienen un lado negativo, pues se destruyen actividades y aumenta la incertidumbre. Por lo tanto, hay dos áreas que creo necesitan ser transformadas: lo productivo y la política social.
En lo productivo, basta con ver el éxito de Asia en el manejo de esta pandemia. No es solo cantidad, es otra forma de hacer las cosas. Necesitamos una fuerte transformación e inversión en capital humano, ciencia y tecnología, innovación y desarrollo vinculado a la emergencia climática, entre otros. En la política social, Chile requiere más y mejores políticas de transferencias monetarias, que disminuyan la incertidumbre de los hogares: seguro de desempleo extendido, renta básica universal que llegue al 80% de los hogares, y una reforma de pensiones. Las transferencias monetarias son, además, las que tienen el mayor impacto distributivo medido con el Gini de ingresos. Este es el momento de usar lo ahorrado y aprovechar todas las fuentes de financiamiento disponibles para poder conducir de mejor manera esta transformación. Recursos económicos hay: fondos soberanos, espacio para endeudamiento externo, y a mediano plazo, un nuevo pacto fiscal.
Lamentablemente, el presupuesto que se ha ingresado al Congreso no va en esta línea, y la concentración del poder en el Ejecutivo hace que la iniciativa esté únicamente en sus manos. Esperemos que éste tenga la capacidad de escuchar y se transforme a sí mismo también. La ciudadanía ha hablado claro en el plebiscito. No podemos esperar una nueva Constitución para realizar todo lo que se necesita hoy. Los desafíos, de hecho, son para ayer. Estudios desde la neuropsicología indican que se requiere entre 2 a 8 meses para formar un nuevo hábito, pero lo más importante es comenzar con el día 1. Así que vamos por el día 1 lo antes posible.