Infancia en los márgenes
SEÑOR DIRECTOR:
El Presidente celebró a 101 adolescentes que viven o vivieron en residencias de protección e ingresaron a la educación superior. Cómo no valorar este logro si en 2023 fueron 46. Pero, aunque duela, es la excepción.
Las residencias se enfrentan al poder del narcotráfico, de las redes de explotación sexual infantil y reciben el doble de usuarios que en 2020, como destaca Paula Walker en su columna. Además, lidian con la débil coordinación de otros sectores, como Salud, Educación o Senda. Una deuda del Estado y la sociedad, más allá del gobierno de turno.
Nos sorprendemos con la serie de moda que expone un drama brutal protagonizado por un adolescente, o con el niño de 11 años que participó en un asalto junto a otros cinco menores de 18 años, pero nos cuesta mirar lo que ocurre a diario con los niños que viven en los márgenes. Ni la escuela, ni el sistema de salud, ni los vecinos vieron que algo le pasaba a ese niño.
Necesitamos verlos a tiempo. Hoy las políticas públicas ven a la infancia y adolescencia en general y también se hacen cargo del trabajo especializado en protección, pero hay una grave debilidad en prevención.
Pero se requiere voluntad para un presupuesto a la altura. Ojalá quienes diseñan los futuros programas de gobierno miren esta realidad y apuesten por estrategias eficientes de prevención. Nadie puede decir que no lo vimos venir.
Érica Ponce Figueroa
Directora ejecutiva
Fundación Niño y Patria
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