Ingreso básico universal
Se entiende por Ingreso Básico Universal (IBU), Impuesto Negativo, o Ingreso Ciudadano Garantizado, a la asignación de un monto mensual sin condiciones de contraparte, a cada hombre, mujer, niño o niña, Sename incluido, ciudadano de un país. Es automático, y no depende ni del estatus laboral o ingresos de las personas.
Muchos países han comenzado a discutirlo, y está por supuesto plagado de controversias, siendo la principal que podría constituir un “incentivo a la flojera”, a no trabajar. Eso depende del monto. Con un millón mensual, pocos trabajarían, con $50 mil prácticamente todos lo harían. $50 mil mensuales a cada uno, costarían al año cerca del 5% del PIB. Si consideramos que el 1% más rico de Chile, incluyendo ingresos del capital, acumula cada año el 33% del PIB, no suena loco. En nuestro caso, solo debiéramos dar este IBU al 70% más pobre. La disparidad con el 30% más rico es demasiado grande.
Alaska es el único lugar donde esto ha funcionado por largos 38 años, a partir de los ingresos de su petróleo, con mil a dos mil dólares anuales per capita. No hay evidencia de que haya disminuido la cantidad de gente empleada, aunque si han aumentado los empleados part time, lo que coincide con la flexibilidad laboral del siglo XXI.
Dada la gran cantidad de bonos absurdos que recibe la gente en Chile, que promueven el sistemático falseo de datos y que no dan mucho resultado social, se podría eliminar un montón de éstos y duplicar el monto, de $50 a $100 mil mensuales, sin gastar un peso más.
No propongo esto solamente durante la pandemia, sino que a raíz de ella, este podría ser un momento ideal para implantarlo. Recordemos que hay un estallido social pendiente de abordar apenas termine el coronavirus. La violencia es ilegítima pero sus demandas son muy legítimas.
Las ventajas de un esquema así son muchas, y las enumeraré escuetamente: a) es un instrumento pro equidad y de disminución de la extrema pobreza; b) tiende a equiparar ingresos por género, e incluso se podría dar un monto superior a las mujeres; c) aborda los graves problemas de la pobreza y el hambre infantil, ya que una familia de cuatro podría recibir 200 mil mensuales para sus necesidades básicas, y a un niño del Sename se le podrían asignar también esos recursos; d) fácil de implementar, basta con una cuenta RUT para cada ciudadano, y no se requiere burocracia para su administración; e) podría pilotearse en un par de regiones, para calibrar y evaluar sus impactos; f) su monto puede aumentarse con facilidad en momentos de catástrofe, para volver posteriormente a la normalidad.
El siglo XXI se nos vino encima, con o sin pandemia o estallido social. El desempleo mundial producido por la robotización nos va a pegar más duramente que en los países avanzados. Las crisis traen amenazas y oportunidades. Convirtamos entonces la pandemia-estallido en una oportunidad para innovar
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