Injusto retroceso pedagógico

A student takes classes online with his companions using the Zoom APP at home
A student takes classes online with his companions using the Zoom APP at home during the coronavirus disease (COVID-19) outbreak in El Masnou, north of Barcelona, Spain April 2, 2020. REUTERS/ Albert Gea TPX IMAGES OF THE DAY


Por Carolina Flores, Decana de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado

Aunque muchos no estén todavía convencidos, la docencia es una de las profesiones más complejas y desafiantes hoy en día. Un profesor debe manejar la disciplina y los métodos apropiados de enseñanza para cada área y edad, aplicarlos planificadamente a la enseñanza fomentando, a la vez, habilidades transversales en sus alumnos, gestionar un aula diversa donde todos aprendan de acuerdo a sus necesidades, y liderar un proceso de aprendizaje donde, por cierto, los padres tienen que estar involucrados.

Implementar docencia a distancia es un desafío que ha sido llevado a cabo por muchas comunidades de docentes, quienes, las más de las veces con pocos recursos tecnológicos y sin experiencia previa, han debido adaptar la docencia para que los estudiantes dispongan de los materiales necesarios y, ojalá, se mantengan motivados y conectados con su proceso de aprendizaje. A su vez, muchas familias han tenido que modificar sus rutinas, espacios, derechos y deberes para hacer de esta situación algo medianamente sostenible. Cuatro semanas de ensayo y error. Docentes aprendiendo a hacer docencia a distancia y familias intentando, también con pocos recursos tecnológicos, ser parte del proceso.

Adelantar las vacaciones en la educación escolar es un abandono de deberes, tanto pedagógicos como sociales, lo cual tiene consecuencias potencialmente graves para las demandas de justicia y equidad que resuenan fuertemente desde el 18 de octubre pasado. Es muy probable, a pesar de las erráticas señales del gobierno para aparentar una normalidad que no es tal, que el retorno a clases presenciales no será el 27 de abril. Para entonces, cuando retornemos a la docencia a distancia, familias y docentes tendremos que reinstalar rutinas, inevitablemente retrocediendo respecto a los pocos aprendizajes y rutinas logradas durante el mes de escuela en casa.

Mientras, ni estudiantes ni padres estarán descansando -lo que debieran hacer en vacaciones- cosa que queda relegada para el 2021. Mientras, solo aquellas familias con más recursos podrán hacer caso omiso a la instrucción de vacaciones, asegurando actividades de enriquecimiento que permita a los estudiantes mantener el ritmo logrado hasta ahora. Este escenario no hace sino ensanchar y perpetuar la vergonzosa brecha entre las trayectorias educativas de los más ricos y las de los más pobres en Chile.

Además, el colegio cumple con un innegable rol social, que se ve suspendido en estas semanas de vacaciones, generando aún más vulnerabilidad en la población que con más dificultad puede llevar las condiciones de cuarentena y distancia social, y que ya está enfrentando las consecuencias económicas de la recesión que se cierne y los coletazos psicológicos que conlleva esta inseguridad. El costo de las vacaciones escolares para alumnos vulnerables ha sido bien documentado (Stewart, 2018; Rai, 2015, entre otros). Es necesario ahora evaluar el costo adicional de las mismas cuando los cuidadores están psicológica y económicamente estresados.

El mundo está aprendiendo. Chile está aprendiendo. Hoy todos debemos cooperar para que, mientras pasamos por este trance, no retrocedamos en el camino hacia una educación equitativa y de calidad. Como formadores de docentes, nos esforzamos día a día para que los futuros profesores ejerzan una educación inclusiva, sensible a las brechas sociales y, no cabe duda, que tenemos mucho que aprender para ejercer y enseñar a ejercer una educación a distancia equitativa y de calidad. Asimismo, es importante que nuestras autoridades sean también sensibles a las potenciales consecuencias de sus decisiones, de manera de enmendar el rumbo hacia la flexibilización y la equidad, por el bien de Chile y de su población más golpeada.

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