Involucrarnos y dejar de llegar tarde
Por Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo
Según la OMS, en el mundo cada año mueren aproximadamente 3,3 millones de personas por consumo abusivo de alcohol. En países como el nuestro, se estima que el costo asociado alcanza a lo menos al 1% del PIB. Particularmente grave es que las drogas más consumidas por los adolescentes chilenos son las llamadas lícitas, es decir, tabaco y alcohol. Cerca de 6 de cada 10 escolares de octavo a cuarto medio dice embriagarse durante el mes.
Asimismo, respecto de la forma de adquirir el alcohol, un 38% de los escolares reportan que le es fácil o muy fácil conseguir alcohol, y cerca de la mitad de ellos lo consiguen a través de un adulto, ya sea por medio de familiares mayores de 18 años (18,2%) o de terceros mayores de edad (18,4%) (Senda, 2020). En población escolar también las estadísticas muestran la más alta tasa de las Américas: en marihuana, cocaína, pasta base y tranquilizantes. Dentro de los efectos de la pandemia, una encuesta realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), indicó que un 44,85% de los encuestados dijo que aumentó su consumo de alcohol durante el aislamiento, un 33,89% que bebe lo mismo que antes y un 21,26% que ahora toma menos, refiere el informe, además, que quienes “tomaron vino todos los días pasaron del 5% antes de la cuarentena, al 15%”, y la cifra fue aún mayor entre la franja etaria entre 35 a 44 años.
Uno de cada 10 accidentes fatales en Chile se debe al alcohol en la conducción. Con todo esto se hace necesario reforzar la prevención durante las fiestas patrias, en particular al interior de nuestras familias, escuelas y comunidades. La Fundación San Carlos de Maipo, creada por la Sociedad de Canalistas del Maipo, lleva casi una década trabajando en el concepto de la prevención social temprana, entendida como el abordaje sistemático de los factores de riesgo y protectores que explican conductas tales como el consumo excesivo de alcohol y drogas, la violencia, la delincuencia, la ansiedad o la depresión en la Infancia.
En este sentido, el programa Familias Unidas, creado por la Universidad de Miami hace más de 20 años, implementado en Chile por la Fundación y cuyo foco está en las habilidades comunicacionales de las familias, da cuenta que luego de tres años de terminada la intervención, disminuye seis veces el número de ocasiones de consumo de alcohol y de tabaco en los últimos 30 días en los adolescentes que participaron del programa, en comparación a quienes no recibieron la intervención. Asimismo, disminuye ocho veces la probabilidad de consumo regular de tabaco y cuatro veces el número de ocasiones de consumo de alcohol en los últimos 90 días.
Tenemos que ir a la evidencia y anticiparnos. Una Agenda larga de prevención, que nos convoque aquí y ahora a hacernos cargo. Es el momento de darnos unos minutos para conversar en familia, involucrarnos. Tener conciencia de esto nos ayuda a dejar de llegar tarde por un desarrollo positivo de la infancia.