Columna de José Francisco Lagos: La crisis educacional
En estos últimos días la educación ha estado en la agenda pública porque se han dado a conocer cifras preocupantes en torno al ausentismo escolar y a la deserción. A esto se le agregan las noticias relacionadas con la violencia en los liceos emblemáticos y otros problemas que constantemente tienen a la educación en la palestra.
En los últimos años, a propósito de la pandemia, la falta de presencialidad en los colegios de Chile generó una crisis de proporciones en miles de alumnos que abandonaron el sistema escolar, y otros que carecen de contenidos que son cruciales para sus etapas de desarrollo.
Son más de 50.000 estudiantes los que dejaron de asistir a la educación formal, pero a esto debemos agregar que más de un millón de estudiantes no tienen la asistencia deseable durante el último año.
Pareciera que este verdadero terremoto pasó por el lado de quienes debieran estar preocupados de resolver este problema, pero también de aquellos que directa o indirectamente contribuyeron a que se produjera esta situación.
En primer lugar, el silencio del Colegio de Profesores, que en la pandemia mostró una cara bastante negativa: la de los privilegios y no la del compromiso. Aún hoy no hay una respuesta coherente de por qué estuvieron a favor de que se vacunaran contra el coronavirus primero que los demás, si finalmente no estaban por volver presencialmente a clases, con el riesgo que esto conllevaba.
En segundo lugar, la oposición del gobierno anterior, que incluso llegó a acusar constitucionalmente al entonces ministro de Educación por su afán de que los estudiantes recuperaran la presencialidad, hoy guarda silencio respecto a la crisis que vive actualmente nuestro sistema.
Por último, el Presidente Boric y su gobierno. Quienes llegaron a la política después de ser dirigentes estudiantiles olvidaron la educación como una prioridad en las políticas públicas. A tal punto que la oposición actual tuvo que amenazar con una acusación constitucional al ministro de Educación para que presente un plan frente a las preocupantes cifras de ausentismo y deserción. Ese inmovilismo, inexplicable frente a la envergadura del problema que enfrentamos, demuestra que las frases grandilocuentes del pasado respecto al derecho a la educación eran simplemente eso, frases que carecían de contenido.
Pareciera que aún no se dimensiona la magnitud del problema que están viviendo los jóvenes de nuestro país. La política muchas veces ha preferido apuntar al factor ideológico por sobre lo que pasa en la sala de clases. Estuvimos mucho tiempo debatiendo acerca del lucro, la selección y el copago, porque nos decían que si eso estaba presente, no iba a mejorar la educación. Y así, varias cosas más que no tenían el efecto que decían tener. La sala de clases quedó postergada y pareciera que nadie hace algo al respecto.
Por José Francisco Lagos, director ejecutivo del Instituto Res Publica
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