Columna de Sylvia Eyzaguirre: Kínder obligatorio: un asunto de justicia social

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Por Sylvia Eyzaguirre, investigadora del CEP

Después de casi dos años de tramitación, este miércoles se votaba en el Senado el proyecto de ley que materializa la obligatoriedad del kínder, que corresponde al último año de la educación parvularia. Sin embargo, su votación fue postergada. ¿Por qué? Porque en el fondo los intereses de los niños son menos importantes que los intereses políticos. Así de desoladora es la realidad. Aquí la historia de este proyecto, para que usted saque sus propias conclusiones.

En 2013, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, se buscó profundizar la responsabilidad del Estado con la educación temprana. Para ello, el gobierno quería impulsar una reforma constitucional que estableciera el acceso universal y gratuito a la educación parvularia a partir de los tres años. Durante las conversaciones con las fuerzas políticas, previo a la presentación del cambio constitucional, la oposición pidió incorporar la obligatoriedad del kínder para apoyar dicho cambio y la coalición de gobierno extender el acceso universal y gratuito a los niños de dos años. Fruto de estas conversaciones, se presenta una reforma a la Constitución que establece la obligatoriedad del kínder y el acceso universal y gratuito a la educación parvularia a partir de los dos años de edad. A fines de 2013, el Congreso aprobó por unanimidad esta reforma constitucional. En su intervención, a propósito de la reforma, Ia senadora Isabel Allende dijo “todos debemos apoyar esta reforma constitucional (…) porque tenemos que avanzar pensando en el bien del país”, destacando especialmente el kínder obligatorio. Han pasado casi siete años desde entonces y todavía el Estado de Chile no cumple con su mandato.

Considerando el origen del kínder obligatorio, resulta insólito que sea hoy la oposición la que obstaculiza su materialización. Más sorprendente aún resulta la actitud de algunos senadores de oposición en la Comisión de Educación y Hacienda del Senado, cuando se tiene a la vista la historia legislativa de este proyecto y el hecho de que ninguno de ellos haya siquiera presentado una indicación para mejorarlo. El proyecto en trámite incorporó las tres indicaciones que presentó la oposición en la Comisión de Educación de la Cámara y fue aprobado en la Cámara con 135 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones.

¿Cuáles son las razones para oponerse? Una senadora está en contra del kínder obligatorio. Ella tiene todo el derecho a no estar de acuerdo con la Constitución, pero la democracia nos obliga a respetar la decisión de las mayorías y ella como senadora lo debería saber mejor que nosotros. No basta con que no esté de acuerdo, ella debe legislar para materializar los mandatos constitucionales, más allá de los gustos personales. Otros senadores dicen que el proyecto no resuelve bien algunas tensiones. Es muy posible que esto sea verdad; todo proyecto es perfectible. Pero eso es parte del trabajo de los parlamentarios, a saber, presentar indicaciones para mejorar los proyectos de ley, y eso es precisamente lo que no han hecho los senadores.

¿Cuál es la finalidad del kínder obligatorio? Nada más y nada menos que proteger el derecho de los niños. El derecho a la educación y el acceso universal obligan al Estado a proveer educación para todos, pero no obliga a los padres a proveer dicha educación a sus hijos. La obligatoriedad es el mecanismo que tiene el Estado para garantizar que todos los niños desarrollen las habilidades propias de su edad. El kínder obligatorio es sobre todo una medida de justicia social. Por una parte, existe evidencia contundente sobre los beneficios de asistir a la educación parvularia y los resultados en la prueba internacional PISA para Chile muestran la alta correlación entre asistir a kínder y el desempeño académico, especialmente para niños de familias de bajos recursos. Por otra parte, el acceso a kínder sigue siendo desigual en nuestro país, mientras el 100 por ciento de los niños del quintil más rico asiste a kínder, menos del 90 por ciento de los niños del quintil más pobre asiste a este nivel educativo. Juzgue usted ahora si el bienestar de estos niños está siendo considerado en la votación de este proyecto.