La ansiada “normalidad”
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
Comienzo del año escolar, discusión sobre la pertinencia de las clases presenciales ya o -en su defecto- hacerlo cuando todo el profesorado esté debidamente vacunado. Discusión sobre la incongruencia entre el celo por respetar los dos metros entre mesa y mesa en un restaurante y la cercanía física en el Metro o en un bus del sistema público de Transporte. Escándalo por el atochamiento en playas vs el celo por resguardar distancias en centros comerciales. Y, como si fuera poco, ahora se discute sobre la vuelta del público a estadios -que son espacios abiertos- mientras se abren cines y casinos.
Claramente estamos frente a un dilema en torno al cómo y cuándo incorporamos mayores niveles de “normalidad” a nuestra vidas y sobre cuánta confianza puede tener la ciudadanía en el curso que se dé a este difícil proceso. Para ser justos y claros, hay cosas incongruentes en los protocolos y medidas adoptadas y en la defensa pública que se hace de algunas de éstas que, en comparación con otras, no parecen coherentes. Con esa misma transparencia hay que decir también que este proceso es inédito y complejo, que la visión sobre la “normalidad” hoy no es unívoca y que, a lo menos, la que conocimos antes o ya no llegará o el mundo se demorará en retomarla.
En el intertanto, el proceso de vacunación avanza a pasos agigantados y con gran éxito en la triada gobierno-municipios-salud primaria. Una muestra de lo que un país puede lograr cuando las voluntades y los recursos se ponen, sin distinción, al servicio de las personas. Es alentador y una luz de esperanza ver cómo el rico o el pobre pueden hacer una misma fila para ser inoculados con una vacuna que es gratuita y en un proceso en el que la única diferenciación proviene del grupo etario al que pertenezcan, en un ejercicio en el que el actor principal es la vilipendiada y criticada salud primaria. Pero, así como hoy sentimos orgullo cuando sabemos que estamos en los primeros lugares del mundo en la masividad de la vacunación, también estamos enredados en los alcances y coherencias de protocolos, de lo permitido o no dependiendo del rubro, actividad o lugares de los que hablemos.
Cuando hay materias que requieren de ajustes o de mayores transparencias, sería razonable que la autoridad haga los esfuerzos máximos para darle sentido a lo que parece no tenerlo y modifique lo que corresponda. Hoy por hoy, lo principal es la credibilidad y la confianza en un tema tan sensible como la salud pública. Resguardar estos valores parece ser tarea principal para recuperar la credibilidad de las personas y así dedicar los esfuerzos a la necesaria recuperación económica para reactivar del mercado laboral, el nivel de crecimiento y el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de chilenos que han sido afectados por una pandemia que, sin hacer diferencias de clase en su contagio, ha golpeado con particular crudeza a los sectores más desposeídos, dejando una vez más en evidencia la enorme desigualdad que persiste en Chile, y que también muchos habían normalizado.
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