La baja tasa de natalidad
La caída en la natalidad es un fenómeno mundial y que afecta de manera más marcada a los países de mayores ingresos.
Estamos terminando el mes de la mujer y es imposible no referirse a dos temas que han estado presentes en el debate público y guardan cierta relación: la caída de la tasa de natalidad y el proyecto de ley de sala cuna.
La caída en la natalidad es un fenómeno mundial y que afecta de manera más marcada a los países de mayores ingresos. Así, mientras que, según datos de Naciones Unidas, en 2022 los países de ingresos bajos tenían en promedio una tasa de natalidad de 4,6, dicha cifra alcanzó 1,5 en los países de altos ingresos. De acuerdo a los datos preliminares del INE, la tasa de natalidad en Chile (2023) habría llegado a sólo 1,16 niños por mujer. Esta es una de las tasas más bajas del mundo e incluso menor a la de los países de mayores ingresos.
Se ha sostenido que este fenómeno se podría explicar por los altos costos asociados a tener hijos y a otros factores de índole económicos, como la dificultad de acceso a la vivienda. Sin embargo, los datos no parecen sustentar esta hipótesis, ya que no sólo los países más ricos tienen menos hijos en promedio, sino que en Chile los segmentos de la población de menores ingresos tienen más hijos que los sectores más acomodados. Según la Encuesta Casen 2022, en el quintil de ingresos más vulnerable había 0,13 niños menores de 2 años por hogar, mientras que en el quintil más rico habían sólo 0,06, es decir, menos de la mitad. Todo parece indicar que, a mayor nivel de ingresos, menor número de niños.
¿Qué podría estar pasando? La literatura económica ha documentado la existencia de un castigo a la maternidad, que impacta a la baja de manera persistente los salarios de las mujeres luego del nacimiento de un hijo, mientras que los padres no experimentan caídas en sus ingresos. Se ha observado además que este castigo salarial a la maternidad es bajo en economías poco desarrolladas y va aumentando junto al crecimiento del PIB per cápita, para finalmente reducirse en países de muy altos ingresos (Child Penalty Atlas). Esta especie de impuesto a la maternidad también podría explicar por qué las mujeres de mayores ingresos están teniendo menos hijos, ya que enfrentarían un costo de oportunidad mayor.
En los Países Bajos, donde el castigo a la maternidad alcanza un 46%, se ha encontrado que la disponibilidad de salas cunas y jardines infantiles se correlaciona con una disminución en el castigo a la maternidad. Es decir, la existencia de instituciones que cuidan a los niños pequeños se asocia a un costo salarial menor para las madres.
En Chile legislación de sala cuna es injusta y obsoleta. Las empresas que tienen más de 20 trabajadoras les deben proveer de sala cuna, así todo el costo de la sala cuna recae sobre las mujeres trabajadoras y no todas las madres tienen derecho a este “beneficio”. Llevamos décadas intentando modernizar esta legislación sin éxito.
En este sentido, si bien el proyecto de sala cuna del actual gobierno debe ser mejorado en varios aspectos, celebro que el Presidente Boric haya declarado su voluntad de avanzar en esta materia. En particular, es muy importante elevar el monto del subsidio para permitir que la provisión sea de calidad y no se debe impedir que los establecimientos privados, que cumplen con los requisitos del Ministerio de Educación, provean este servicio.
Garantizar el acceso a sala cuna para los trabajadores no es la única política pública en la que se debe avanzar para promover la inclusión de las mujeres en el mercado laboral en igualdad de condiciones. También es clave introducir mayor flexibilidad y, sobre todo, fomentar la corresponsabilidad con el objetivo de que el costo del nacimiento de un hijo no recaiga exclusivamente en las mujeres. Dicho esto, avanzar en sala cuna universal financiada tanto por trabajadores como por trabajadoras, podría ayudar a detener la caída en la natalidad en la medida que logre reducir el costo que enfrentan las mujeres por ser madres.
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