La batalla de las pensiones

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Los próximos meses tendremos temporadas de fake news, falsas promesas, interpretaciones intencionadas del proyecto de ley, pseudolecturas poéticas y mucha propaganda. Por más que en el Congreso se trate de poner seriedad en el asunto, el solo hecho que haya ingresado por la Cámara de Diputados y Diputados lo deja sometido al arbitrio de los personajes que la habitan y sus pulsiones en el espacio digital.



La semana pasada la Biblioteca del Congreso Nacional hizo un seminario sobre comunicación política, y en especial cómo esta concurría a conformar políticas públicas y leyes. Uno de los casos que se presentó fue la discusión pública sobre pensiones; pues en realidad esa batalla no se dará solo en el Congreso, sino en los medios, en las redes sociales, y en la opinión pública. Así ha sido siempre, incluso en los tiempos de dictadura. El creador del actual sistema de pensiones, José Piñera, lo narra con detalle en su libro “El cascabel al gato”, donde relata cada una de las oposiciones que debió enfrentar a su proyecto de privatizar completamente la seguridad social. Pese a lo serio del trabajo de la comisión Bravo y la valoración transversal de sus resultados, no terminó ese proceso en una reforma al sistema de pensiones, pese a que las encuestas la marcaban como primera prioridad.

En la previa a la actual batalla, hay un sinfín de batallas comunicacionales que enredaron el camino para una reforma. Una de ellas en el fragor de la campaña del movimiento No + AFP fue la filtración de fotos de un evento laboral de una de dichas instituciones en un yate en México. Las fotos con los gerentes disfrazados y pasados de copas, haciendo bromas sirvió para instalar que dichas instituciones vivían una fiesta con los fondos de los trabajadores, pese a lo ridículo del argumento.

Otro episodio que se recuerda es el titular de LUN con la denuncia del convencional Bernardo Fontaine, sobre la propiedad de los fondos. Si bien no había ninguna frase en la Nueva Constitución que hablara de expropiar, una performance del ex convencional Daniel Stingo, muy repetida en redes sociales, fue suficiente para instalar la duda y con ello darle un golpe mortal a la propuesta de la Convención.

Estos dos episodios son un anticipo de lo que vendrá. Los próximos meses tendremos temporadas de fake news, falsas promesas, interpretaciones intencionadas del proyecto de ley, pseudolecturas poéticas y mucha propaganda. Por más que en el Congreso se trate de poner seriedad en el asunto, el solo hecho que haya ingresado por la Cámara de Diputados y Diputados lo deja sometido al arbitrio de los personajes que la habitan y sus pulsiones en el espacio digital.

Para algunos en el gobierno la tentación puede ser repetir la estridencia en redes sociales que se usó en la Convención con los resultados conocidos. Hasta ahora la estrategia pausada de la ministra Jara y el ministro Marcel es un mejor camino, aunque requiera más tiempo de maduración. Para la oposición, pese a lo fácil que puede ser poner piedras en el camino de esta megarreforma, el costo de negarse nuevamente a una reforma que implique una mejora sustancial en las pensiones no es igual a cero. Curiosamente en el juego comunicacional tiene más difícil la tarea, pese a lo poco popular que puede ser ocupar el 6% de las cotizaciones para seguridad social.

La decisión irresponsable del ex ministro Nicolás Monckeberg de tirar a la basura la reforma que propuso Bachelet ha tenido como consecuencia la propuesta de una reforma mucho más radical, y el riesgo de una regulación hostil para la industria. No se puede repetir ese error, pues lo que vendrá después será sin duda peor. Parafraseando la última campaña antes del plebiscito, resulta mucho mejor reformar que rechazar.

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