La campaña de la incertidumbre

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Por Julieta Suárez-Cao, académica UC, Red de Politólogas

La próxima campaña presidencial será memorable por varias razones. Una de ellas es, sin duda, la incertidumbre que viene marcando las últimas contiendas electorales. De hecho, a un mes del cierre de las inscripciones de candidaturas todavía quedan incógnitas por despejar sobre cuántos y cuáles serán los nombres en la papeleta. Sin embargo, existe otro aspecto que genera incertidumbre sobre las propias campañas que los y las candidatas van a empezar a desplegar prontamente: la posibilidad de cambios de reglas constitucionales que afecten las prerrogativas de la Presidencia y, por ende, la capacidad de llevar adelante y de proponer una agenda de gobierno tal como era costumbre.

La pandemia obligó a cambios del calendario electoral que dejaron a la Convención Constitucional comenzando a sesionar en paralelo a las campañas y a las elecciones generales. Esto generará probablemente efectos cruzados entre ambos procesos que son difíciles de avizorar a priori. No obstante, me gustaría detenerme en uno que afecta directamente a las campañas presidenciales y a las promesas electorales relacionadas a éstas.

Todo apunta a que el sistema de gobierno en la nueva Constitución no será exactamente igual al actual. Es cierto que hay muchas opciones sobre la mesa: desde un presidencialismo con menos prerrogativas legislativas en manos del Ejecutivo, a un parlamentarismo con voto de censura constructivo, pasando por un sistema semipresidencial inspirado en el modelo francés. Todas estas opciones implican como mínimo un grado de desconcentración del poder en manos de la Presidencia y como máximo la desaparición de un Ejecutivo elegido de manera directa por la ciudadanía.

En este contexto, y si bien el nuevo sistema de gobierno puede no empezar a regir hasta que termine el próximo mandato, los candidatos presidenciales se van a encontrar con nuevos desafíos de miras a noviembre. Los tiempos están convulsionados y revueltos, entre una ausencia de liderazgo que no termina de emerger con posterioridad al estallido social y la necesidad de reforzar los lazos representativos entre la sociedad y su clase política a partir de proyectos colectivos que trasciendan las personalidades.

En contiendas presidenciales, el foco está puesto de manera casi inevitable en los candidatos, en sus promesas de campaña y en la agenda de gobierno que propongan para los próximos cuatro años. La interrogante que queda es cómo balancear esta expectativa de gobierno en paralelo a una Convención Constitucional que estará redefiniendo los poderes y competencias mismas del Ejecutivo. Será interesante observar cómo se proponen certezas de agenda política y de gobierno en un entorno incierto y cómo se preparan las candidaturas para ser acaso la última figura presidencial de esta era.