La Casa Blanca se le escapa a Bernie Sanders… otra vez

Hace semanas que se esperaba el anuncio, pero Bernie Sanders insistía en guardar silencio. Hasta que, finalmente, el senador por Vermont lo confirmó: su campaña para lograr la nominación presidencial del Partido Demócrata llegó a su fin. Y, de esta manera, el ex vicepresidente Joe Biden se transforma –solo a la espera de que sea proclamado en la convención de su partido- en la figura que intentará arrebatarle la reelección a Donald Trump en noviembre próximo.

Sanders, de 78 años, es una figura que ha dejado una huella importante en el Partido Demócrata y en la política estadounidense. Sobre todo, al capitalizar el apoyo del sector más de izquierda del partido y, por cierto, al autodefinirse como “socialista” en un país donde esa palabra despierta desconfianza en diferentes ámbitos políticos y económicos.

Ideas como un sistema público de salud gratuito, un sueldo mínimo de US$ 15 y subsidios a la educación superior, todo a cuenta de nuevos impuestos a Wall Street, ciertamente le ganaron el respaldo de numerosos estadounidenses, pero también el rechazo de muchos más.

Habiendo perdido la nominación demócrata de 2016 frente a Hillary Clinton, la campaña de 2020 parecía haber corregido los errores de hace cuatro años. Y, de hecho, al comenzar el actual proceso de primarias, Sanders arrancó con una contundente ventaja en New Hampshire y Nevada. Pero el pasado 17 de marzo, a pesar de que Sanders ganara California, Biden lo derrotó en estados relevantes como Arizona, Florida e Illinois.

De esta forma, hasta la fecha, Sanders sumaba 917 delegados, mientras que Biden contaba con 1.217. Y para obtener la nominación presidencial, un candidato necesita 1.991.

¿Qué le jugó en contra esta vez a Sanders? Primero que todo, el hecho de que la senadora Elizabeth Warren apeló durante toda su campaña al mismo sector del partido que Sanders, lo que inevitablemente le fue quitando votos a lo largo del calendario de primarias. Y, también, el hecho de que cuando Warren bajó su precandidatura, ella no endosó su apoyo a Sanders ni a Biden.

Otro elemento fue que Sanders, con sus ideas “socialistas”, inevitablemente ponía nerviosos a los integrantes más moderados del partido, que deben llegar al 60%. Y que dentro de las filas demócratas, él era visto con cierta distancia por el hecho de que no fuese militante, sino un independiente.

Por último, si bien Sanders logró concitar el apoyo de diferentes sectores juveniles, femeninos y latinos, Biden logró un mayor respaldo dentro de esos mismos segmentos, además de demostrar que cuenta con la mayoría del voto afroamericano demócrata de Estados Unidos.

Y claro, con EE.UU. convertido en el país con mayor número de infectados y fallecidos de América producto de la pandemia, la posibilidad de continuar realizando encuentros masivos o incluso recorridos “puerta a puerta” desapareció por completo de su estrategia de campaña.

Entonces, ¿este es el fin de la carrera política de Sanders? Probablemente no, ya que seguirá siendo senador por Vermont. Pero aunque no existe ninguna restricción en términos de edad, es poco probable que levante una nueva candidatura presidencial en 2024.

En todo caso, otra cosa muy diferente es que su discurso y sus propuestas de cambio vayan a desaparecer. Existe un ala de izquierda dentro del Partido Demócrata que respaldó sus iniciativas y su proyecto para cambiar a Estados Unidos. Y que seguirá siendo una fuerza relevante en los próximos años. De modo que no es descartable que a futuro, por ejemplo, una figura como Alexandria Ocasio-Cortez -la mediática representante por Nueva York- tomé las banderas de lucha de Sanders.

Ahora queda la interrogante de cómo continuará el proceso de primarias en Estados Unidos y si, eventualmente, el impacto del Covid-19 podría obligar a aplazar las trascendentales elecciones del 3 de noviembre.