La censura, la cancelación y el miedo
La falaz acusación de genocidio es una nueva versión de los libelos de sangre que a lo largo de toda la historia han servido para justificar persecuciones contra el pueblo judío.
Las palabras del senador Jaime Quintana refiriéndose al actual conflicto entre el grupo terrorista palestino Hamas e Israel desataron una instrumental polémica. El senador fue víctima de ataques y emplazamientos por sólo sincerar una fundada opinión en cuanto a que los actuales sucesos en Gaza distan de poder ser calificados de genocidio. Se le criticó además señalar que “Chile lamentablemente ha sido parte en propagar antisemitismo, y a veces las expresiones, las declaraciones del gobierno (han ido en esa línea)”, algo evidente para cualquier observador mínimamente imparcial.
Es indudable que el conflicto iniciado tras la horrenda masacre de Hamas el 7 de octubre de 2023, el más bestial pogromo antisemita desde el Holocausto, ha ocasionado lamentablemente la muerte a miles de civiles palestinos atrapados en la confrontación bélica. Sin embargo, de allí a mal utilizar conceptos jurídicos como el de “genocidio”, desarrollados a partir precisamente del Holocausto ejecutado por los nazis contra el pueblo judío -6 millones de muertos, 1,5 millones de ellos niños- es una aberración que cualquier persona con algo de ilustración debe rechazar.
La falaz acusación de genocidio es una nueva versión de los libelos de sangre que a lo largo de toda la historia han servido para justificar persecuciones contra el pueblo judío. De allí que su empleo -por la gravedad que implica- sirve ahora para inocular un relato que desconoce décadas de terrorismo de grupos palestinos que se han propuesto el aniquilamiento del Estado de Israel.
Ahora se recurre a la cultura de la censura y cancelación, y a la desnaturalización del lenguaje, para instalar una falsa narrativa como verdad indubitada. Los actos de hostigamiento contra quienes disienten cimentan el odioso relato. Se trata de una hábil y rentable estrategia que utiliza los mecanismos del miedo, en este caso político, para imponer una posición. Así, el miedo a disentir actúa como un mecanismo corruptor de la debida deliberación académica, jurídica y también por cierto democrática.
En palabras del filósofo español José Antonio Marina “el miedo y el odio son rápidos cementos” para vulgarizar un correcto debate. A ello apelaron quienes cuestionaron al senador Quintana en un ejercicio de amedrentamiento político apoyado en el profundo odio antisemita que ha aumentado exponencialmente en Chile, según han denunciado el Departamento de Estado, así como la Liga Antidifamación (ADL) de los Estados Unidos. Claro está, resulta fácil sembrar la discordia en una sociedad que carece de conocimientos respecto de un conflicto ajeno y lejano.
Por lo mismo, en tiempos de cobardía política, el coraje de quienes se alzan en contra de ello debe ser resaltado. Chile requiere convivencia y tolerancia, y no la radicalización de la cultura de la cancelación, en este y tantos otros temas.
Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Fac. de Derecho U.de Chile
Lo último
Lo más leído
2.
4.
5.
6.
No sigas informándote a medias 🔍
Accede al análisis y contexto que marca la diferenciaNUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mes SUSCRÍBETE