La ceremonia y los símbolos
Por María José Naudon, abogada
La designación del gabinete despejó muchas de las incertidumbres que existían en torno a la instalación del nuevo gobierno y confirmó, al menos en parte, el giro propuesto en la segunda vuelta. Dicho lo anterior, cualquier juicio adelantado puede pecar de apresurado y a la espera del despliegue de cada ministro, propongo enfocarnos en la puesta en escena del nombramiento y sus símbolos.
La Quinta Normal: parque tradicional de la ciudad de Santiago que en sus orígenes, en palabras del naturalista Claudio Gay, buscó “hacer desaparecer en Santiago un vacío que los progresos de su civilización harían más sensible cada día”. Al tiempo que aspiraba a recordar “que las grandes haciendas no son puras máquinas de productos, sino también manantiales de placeres y felicidad (...)”. Nada puede parecer más adecuado al discurso del nuevo Presidente que un espacio como este. Un parque público, un lugar de encuentro y diversidad, de larga data histórica y de aspiraciones compartidas.
El Museo de Historia Natural: en la espalda del presidente electo, casi envolviéndolo. Representando el lazo íntimo del hombre y la naturaleza que nos antecede, así como la necesidad de preservarla y convivir con ella.
Los asistentes: vecinos de Santiago (hombres, mujeres, niños, niñas y adultos mayores). Un Chile simbólico; representando la vocación de apertura, el gobierno ciudadano y la intención de representar a todos y todas.
La maestra de ceremonia: con voz cadenciosa, propia de una obra de teatro, la actriz fue abrazando, con sus palabras, a cada uno de los ministros. Como una madre que envía y bendice la misión de los suyos.
Los ministros y ministras: un gabinete mayoritariamente femenino en el que el Ministerio de la Mujer formará parte del comité político. Las madres con sus hijos en brazos y las familias rompiendo el protocolo o inaugurando uno nuevo. Los hombres sin corbata. La ministra de vacaciones a la que se le pidió que siguiera descansando. Todos símbolos de una nueva sociedad y una nueva forma de comprender el trabajo y los modos de relación ciudadanos.
Las referencias: Violeta Parra e Inti-Illimani como símbolos de la cultura popular chilena. Wallmapu y el pueblo nación mapuche, en un gesto a grupos y movimientos indigenistas. Las víctimas de la violencia en La Araucanía, como contrapunto de un conflicto urgente. Michelle Bachelet como pionera de la paridad. Leonor Oyarzún, su dignidad y adecuada labor en un momento clave para el país. El gobierno saliente como artífice de una exitosa campaña de vacunación y facilitador de un traspaso impecable.
El discurso: marcado por los conceptos de cambio, escucha, dignidad, diversidad, confianza y diálogo, las palabras de Gabriel Boric fueron convocantes, cálidas e intuitivas. Símbolos de una nueva forma de entender el poder (importante en este asunto el llamado a empoderarse a los ministros) y de un nuevo estilo. Consciente de la urgencia de los cambios, pero ajeno a las refundaciones. Depositario de la historia y consciente de la dificultad de los tiempos (la prioridad concreta fue “sentar los cimientos” de las grandes reformas). Todo un conjunto expresado con “la palabra precisa y la sonrisa perfecta” para no frustrar expectativas, controlar las existentes y no abrir espacios de temor innecesarios.
Si bien queda mucho camino por recorrer, la ceremonia y su preocupación por lo simbólico, permiten sostener que el presidente electo dio un puntapié inicial que puede leerse como señal auspiciosa. Veamos como sigue.
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