La columna de Arturo Cifuentes: Ratings ESG: Más confusión que ayuda

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"Inversionistas que se guíen por rating ESG, terminarán con carteras muy diferentes dependiendo del rating que decidan usar. Una situación marcadamente distinta a lo que ocurre en el mercado de bonos".



Estos últimos años se ha acrecentado la tendencia a incorporar criterios ESG en los procesos de inversión. A la fecha, más de siete mil instituciones en más de cien países han adherido a los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas.

Sin embargo, si bien en teoría muchas personas aprueban esta filosofía, en la práctica surgen dificultades. Primero, no existe una definición universalmente aceptada de ESG. De hecho, varias alternativas vigentes son contradictorias. El caso más típico es el de las bebidas alcohólicas, un rubro que bajo algunos—pero no todos—criterios ESG está “censurado”. Y segundo, tampoco existe acuerdo en que factores considerar en una evaluación ESG, ni como medirlos, o que ponderación darle a cada uno.

Con estos antecedentes no es sorprendente que hayan aparecido numerosas instituciones que ofrecen ratings ESG para orientar a los inversionistas. Con la esperanza, no hay duda, de que estos lleguen a ocupar un rol similar al que tienen en el mercado de renta fija los ratings crediticios. Surge entonces la pregunta: cuán útiles los ratings ESG a la hora de armar una cartera de inversiones?

Hasta hace poco la evidencia anecdótica era preocupante. Existen varios casos de empresas (e.g., Walmart, Nissan, Verizon, Goldman) que han sido ubicadas en extremos opuestos de la escala de ratings, dependiendo de la agencia clasificadora.

A lo anterior se suman dos estudios recientes, de carácter académico, que han cuestionado aspectos más bien técnicos con respecto a los ratings ESG. El primero indica que los ratings ESG carecen de “validez” (un concepto básico de teoría de medición). El segundo estudio demuestra que estos ratings tienen un nivel de “confiabilidad” y “acuerdo” (de nuevo, dos conceptos fundamentales de teoría de medición) bajísimos. Más aún, en base a estos criterios los ratings ESG no solo se comparan desfavorablemente con respecto a los ratings crediticios, sino que también con los ratings en la industria del vino y con los diagnósticos en psicología clínica.

En resumen, los ratings ESG—al menos en su estado actual—más que contribuir a aclarar dudas solo reflejan el estado de confusión en torno a que significa ESG realmente. Es decir, inversionistas que se guíen por rating ESG, terminarán con carteras muy diferentes dependiendo del rating que decidan usar. Una situación marcadamente distinta a lo que ocurre en el mercado de bonos.

* El autor es investigador asociado. Clapes-UC