La columna de Cristián Valenzuela: la revolución fallida
Hace algunos días, el Ministro Giorgio Jackson, afirmaba que era “importante considerar los contextos”, haciendo referencia a los polémicos mensajes de autoridades sobre Carabineros.
Precisamente, hablando de contextos, el 15 de noviembre de 2019, a las 3.43 de la mañana, el entonces diputado Jackson posteó un mensaje breve, pero tremendamente ilustrativo: “Gracias totales cabr@s”. Venía acompañado de un video, grabado el 17 de octubre, que mostraba a cientos de estudiantes rompiendo las puertas de acceso de la estación Santa Lucía, pasando por encima de un piquete de Carabineros, para terminar, saltando arriba de los torniquetes y sobrepasando las barreras de acceso.
¿Cuál es el contexto del críptico mensaje de Jackson? A esa misma hora, se cerraba el acuerdo político que habilitaba el proceso constituyente y la satisfacción de Jackson era evidente. En palabras simples, gracias al estallido delictual que comenzó a mediados de octubre, la izquierda extrema logró doblegar al gobierno y a la derecha, viabilizando el camino a una nueva constitución que permitiría enterrar el neoliberalismo para siempre.
Algunos ingenuos creyeron que los actos de evasión, destrucción y desobediencia civil fueron incidentes aislados o que era posible separar las manifestaciones pacíficas de los actos de vandalismo masivo que arrasaron con Chile. Otros, más sofisticados, defendieron la teoría del malestar acumulado o, en palabras del Presidente, había sido la expresión de los dolores y fracturas de nuestra sociedad.
Sin embargo, es el arrojo de sinceridad de Jackson, el que deja en evidencia el vínculo indisoluble entre el 18 de octubre y el 15 de noviembre. Lo que no pudieron conseguir por las urnas y en forma democrática, lo lograron a través de la violencia extrema, utilizando legítimas aspiraciones y dolores de la población general, para quebrar la resistencia política de la derecha.
¿Fueron el Frente Amplio y el Partido Comunista los autores materiales o intelectuales del estallido delictual? No tengo dudas, pero tampoco tengo pruebas. Lo que sí es evidente, es que sus dirigentes abusaron políticamente del estallido, legitimaron la violencia e hicieron todo lo posible por desestabilizar al gobierno de Piñera; menguando la capacidad de respuesta legítima de Carabineros para controlar el orden público y chantajeando a la derecha para obligarlos a ponerse de rodillas y entregar la Constitución sin resistencia.
A tres años de ese hito y con los instigadores a cargo del Gobierno, la película se aclara completamente y sus protagonistas quedan en evidencia. Pidiendo disculpas, borrando mensajes y con una vocera desesperada por el descontrol de la agenda, el gobierno de Boric naufraga sin trascendencia ni rumbo, derecho al precipicio. No solo sufrieron una derrota apabullante e inesperada en el Plebiscito sino que, además, tienen que disfrazarse de Carabineros, copar la Plaza Italia y renunciar a todas sus convicciones para intentar controlar el verdadero estallido social que se está incubando con la crisis económica y de inseguridad que estamos viviendo.
¿Cómo salvamos al pais? ¿Tendiéndole la mano a quien no tuvo problemas en pisotearlo mientras quemaban las estaciones de Metro? ¿Tirándole un salvavidas a quienes alentaban a las barras bravas y querían meter al entonces Presidente preso? Si esa fuera la única alternativa, por Chile, bien valdría la pena hacerlo.
Pero el camino que mostraron ocho millones de chilenos que votaron rechazo hacen pensar en una salida diferente. Los chilenos están cansados de las componendas para resolver las prioridades políticas y quieren ver al Gobierno y al Congreso resolviendo los problemas sociales más urgentes. No vaya a ser que por replicar un nuevo 15 de noviembre, terminemos con otro estallido, pero esta vez, verdadero.
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