La columna de Guarello: El bombín
"Otra historia que no encaja bien es ese interés desmesurado de Universidad Católica, ahora amagado por Colo Colo, por repatriar a Fabián Orellana. Quiero aclarar que no le quito méritos al 'histórico', pero tanta zalagarda por tenerlo de vuelta para la segunda rueda me huele cien por ciento a bombín".
Es tan sorprendente el mágico reino del fútbol chileno, pues cada tanto nos regala un cuento de hadas que los hermanos Grimm rechazarían por inverosímil. Por ejemplo, ese relato de fantasía donde Michael Clark Varela decidió comprar Universidad de Chile, indignado u ofendido, tal vez con el corazón roto, tras el insulso empate a cero contra Everton en marzo del 2020. Una epifanía que lo hizo correr donde su amigo, y socio de Sartor Finance Group, Pedro Pablo Larraín, y declamarle la buena nueva de que había que comprarse Azul Azul. Amén de que para muchos conocidos de Clark este profundo fanatismo por la U es toda una novedad, no entra por ninguna parte el querer meterse en un equipo endeudado, con una barra pesada, sin grandes jugadores en el corto plazo para vender a Europa y con la amenaza permanente de la rectoría de la universidad de perder colores y nombre, solo por una reacción hormonal. Que Sartor busque mejores guionistas y aproveche de terminar con la cantinela de los “sesenta inversores desconocidos de Estados Unidos y Europa” a través de un banco panameño. Y como yapa transparente el rol de Patrick Kiblisnky en esta maniobra, más allá de “haber inspirado” a Clark Varela como dice el tierno relato que han montado.
Otra historia que no encaja bien es ese interés desmesurado de Universidad Católica, ahora amagado por Colo Colo, por repatriar a Fabián Orellana. Quiero aclarar que no le quito méritos al “histórico”, pero tanta zalagarda por tenerlo de vuelta para la segunda rueda me huele cien por ciento a bombín.
No digo que Orellana no pueda aportar “cositas” a sus 35 años y que su década en España no sea un logro, pero ¿Por qué en Católica dicen que lo necesitan como puntero izquierdo cuando tienen dos? Uno, Edson Puch, lagunero como es, tiene más gol y es igual de veterano que Orellana. Otro, Clemente Montes, verde y todo, es un gran proyecto en ascenso que está para respaldar y potenciar. Pero, claro, no pertenece al empresario que mueve la guaripola, Fernando Felicevich, quien quiere hacer gastar un dineral a Universidad Católica en un correcto media punta, con muy poco gol, pero que está en su última etapa como jugador. Y esto último no es un invento mío, ya anunciaron desde el Real Valladolid, su actual club, que no piensan perder plata con ninguna transferencia. Cobrarán precios europeos por un jugador que hoy ni siquiera va a la banca en la segunda división de España.
También es muy raro lo de Colo Colo. La semana anterior pujaba por un centrodelantero potente, con gol y cabezazo como Marcelo Moreno Martins, y de repente Orellana, en las antípodas del boliviano, es de su súbito interés. Es como si estuviera coordinado para subirle los bonos al “poeta”. Recuerdo que durante la Copa América un exjugador, comentarista de televisión y buen ladero del empresario en cuestión, decía que prefería a Fabián Orellana por sobre Ben Brereton para jugar contra Bolivia. Así de sutiles son a la hora de poner los productos en el mesón.
Estos malabares no son nuevos ni exclusividad del señor Fefe, hace cuatro años Colo Colo se inventó un interés por Germán Lanaro cuando le quedaba mucho contrato en Universidad Católica y no había posibilidad alguna de ser transferido a los albos. Y resultó que el empresario de Lanaro y el técnico de Colo Colo, Pablo Guede, eran la misma persona: Leonardo Cauteruchi. Sí, uno que tenía oficina en el Estadio Monumental. Más viejo que el balurdo.
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