La columna de Guarello: El Zafada
“Los problemas de la U llevan años acumulando herrumbre, con manejos erráticos, sospechosos y hasta desquiciados para la compra de jugadores, elección de director técnico o manejo de las series cadetes”.
Gonzalo Espinoza se fue de Universidad de Chile hastiado (los hinchas podrían replicar que ellos estaban hastiados con su rendimiento) y molesto por la soledad en que navegó el equipo durante casi todo 2021. Hace un par de semanas, el segundo mayor accionista de Azul Azul y hombre que no participa de la venta a Sartor/Tactical Sport, Daniel Schapira, dijo que los problemas habían comenzado cuando fueron cesados los gerentes técnicos Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg. Es una simplificación, los problemas de la institución llevan años acumulando herrumbre, con manejos erráticos, sospechosos y hasta desquiciados para la compra de jugadores, elección de director técnico o manejo de las series cadetes, pero con el desembarco de la dupla Cristián Aubert y Michael Clark, Mike para los amigos, la nave perdió definitivamente el timón y se fue al garete. El domingo pasado, Universidad de Chile estuvo durante media hora en Primera B, y solo una arremetida que puede catalogarse de milagrosa salvó los muebles en los últimos diez minutos del partido contra Unión La Calera.
Y claro, con el gol de Junior Fernandes, que mandó a “tapar bocas” luego de jugar en una quintita de 5 x 5 todo el semestre, y la algarabía posterior, se intenta tapar la cadena se desaciertos, arbitrariedades, actos opacos que ha padecido el cuadro azul todos estos años. La celebración desaforada del gerente Cristián Aubert en los pasillos del estadio El Teniente se sumaba a la de un guardia de seguridad, chaleco amarillo fosforescente, quien lloraba en silencio por ese gol agónico que evitaba el segundo descenso de la U en la historia. El contraste era obvio, mientras el guardia anónimo estaba infinitamente feliz por algo que sentía en el alma, que seguía por mera pasión, el controlador real de la U saltaba como conejo no tanto por el amor a los colores, sino porque salvaba su propia imagen del desastre total y, de paso, le daba piso a una maniobra de venta que por su extremo hermetismo tiene en vilo al rector de la universidad y más de cien académicos de primer nivel.
Lo de Aubert hay que mirarlo con lupa. Nunca se entendió la cesión de la presidencia a un hombre de nula experiencia como Michael Clark, quien, además, debe dejar el puesto cuando los nuevos y secretos controladores asuman el control total en mayo próximo. Luego, la única vez que salió a dar declaraciones todos estos meses fue para desmentir que pidiera el despido del relator Alejandro Lorca de TNT Sports, cuando este último dijo al aire que los dirigentes azules eran “cobardes” por no dar la cara tras la serie de derrotas que sufría el club. Desmentidos que caducaron rápidamente: Lorca nunca más relató a los azules. Y Aubert nunca más habló, ni del equipo, ni de la posición en la tabla, ni del proyecto ni de nada.
Y lo de Clark es casi una alucinación. En los momentos en que el equipo colgaba en la tabla y acumulaba nueve partidos anotando un solo gol, Mike se refería al club hablando de “triunfos internacionales” y apuntando a modelos deportivos como el Manchester City. Víctor Hugo diría ¿A qué planeta te fuiste?
Pero, claro, el gol de Fernandes salva la categoría, pero no contesta las preguntas. Más allá de que se resolvió al nuevo entrenador, el colombiano Santiago Escobar, las dudas se acumulan una tras otra. Para empezar, qué manía tiene la U con pretender jugadores de Huachipato. Y si no son de Huachipato, los maneja Felicevich. O son de Huachipato y de Fefe a la vez.
Cierre de columna: en el plantel de la joven selección que viajó a Estados Unidos, no había un solo jugador de Universidad de Chile. Algo dice eso.
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