La columna de Guarello: Pólvora mojada

La columna de Guarello: Pólvora mojada
Eduardo Vargas durante el partido entre Chile y Bolivia en San Carlos de Apoquindo. FOTO: AGENCIAUNO

"La 'gente del fútbol' apuesta a que Eduardo Vargas recuperará todos sus atributos. Seguro que va a meter unos cuantos goles más. Pero tanto Rueda como Lasarte saben que la cosa no va por ahí".



Un gran amigo, fallecido hace más de diez años, era apodado, con maldad, como el “delantero chileno”. Simpático, ocurrente, entrador, culto, histriónico, talentoso, las mujeres se le acercaban naturalmente, pero cuando tenían que concretar, siempre hacía una de más y frustraba la jugada. Era como esos delanteros que se ponen la 9 de la selección chilena y no son capaces de embocarla. Existieron jugadores así en todas las épocas y, por lo general, fueron neutralizados por otros que se agrandaban con la Roja y no fallaban frente al arco.

El problema hoy es que la falta de contundencia es la norma en el combinado nacional y no se asoma, ni por casualidad, alguno que pueda compensar esto. El llamado de Luciano Arriagada para la Copa América ilustra bien el cuento. Desde la Copa Confederaciones el 2017, Chile ha jugado 39 partidos y convertido apenas 45 goles, con una media de apenas 1,15 por juego. Con estos números, es imposible aspirar a clasificar a un Mundial. Con Bolivia te pasó eso, no fuiste capaz de concretar todas las ocasiones que generaste más allá de los palos, de las dos o tres atajadas de Lampe o de que en los minutos finales se apeló al ollazo cuando en el área solo había delanteros bajos.

La columna de Guarello: Pólvora mojada
Luis Jiménez ingresó en el segundo tiempo en la Roja en el partido ante Bolivia. Acá uno de los remates que intentó sobre el final del encuentro. FOTO: AGENCIAUNO

Aquí no hay secretos. Nelson Acosta tuvo a la dupla Za-Sa, quienes hicieron 23 goles entre ambos rumbo a Francia 1998; Marcelo Bielsa contó con un Humberto Suazo temible con 10 anotaciones en las Eliminatorias para Sudáfrica 2010 y Borghi-Sampaoli acumularon casi 15 goles entre Vidal-Sánchez-Vargas para clasificar a Brasil 2014. Al contrario, con la lesión de Salas y el retiro de Zamorano (habían hecho ocho goles entre los dos), Chile no la embocó más y quedó fuera de Corea-Japón 2002; el goleador en la eliminatoria de Alemania 2006 fue Mauricio Pinilla con sólo tres conquistas y en la gran farra para Rusia 2018, el trío Vidal-Sánchez-Vargas hizo 18 goles, tres más que antes de Brasil 2014, pero entre el resto de los convocados apenas anotaron cinco veces (Paredes, Pinilla y Gutiérrez). Para la eliminatoria de 2014, en cambio, aportaron goles otros nueve jugadores.

Hoy, séptimos en la tabla a Qatar 2022, Vidal lleva cuatro, Sánchez tres y Pulgar uno. Buena cifra de Vidal, también buena la de Sánchez. ¿Y los demás? Vargas no anota desde la Copa América 2019 y el resto de delanteros no puede contra la sombra de la generación dorada. Y eso que se ha buscado por todos lados y de todas las formas. ¿Se acuerdan de Niklas Castro? Si a esto le sumamos que Arturo Vidal quedó fuera absurdamente en la última doble fecha, la contundencia de Chile estaba muy mermada.

La “gente del fútbol” apuesta a que Eduardo Vargas recuperará todos sus atributos. Seguro que va a meter unos cuantos goles más. Pero tanto Rueda como Lasarte saben que la cosa no va por ahí: a ver qué puede dar Ben Brereton y si alguno de los que se asoman, como Arriagada, puede asumir el desafío. No se ve fácil.

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