La columna de Guarello: Que agarren el bolso y se vengan
La solución es tan radical como la misma prohibición, esto es, hacer como Elías Figueroa, Diego Maradona y más reciente Leopoldo Pulgar: agarrar el bolso y venirse pasando por arriba de los dirigentes. La selección es el máximo honor para un jugador. A ver qué pueden hacer si 50 estrellas sudamericanas deciden jugar la triple fecha.
Escribo esto en el momento en que Alemania sacó a Chile de la lista roja de países afectados por el Covid. Por lo tanto, quienes vengan hacia este país arrinconado no deberán hacer cuarentena a su regreso a Alemania. Mismo día donde la positividad en los exámenes en Chile ronda el 1% contra el 7,9% en Alemania, 4,5% en el Reino Unido, 10% en España y 3,1% en Italia. Los mismos expertos señalan que la variante Delta ha golpeado con mucho menos fuerza de lo esperado no solo a Chile, sino que a la mayoría de Sudamérica, donde los casos están a la baja.
Digamos: no somos nosotros, son ellos. Pero colgados de un reglamento que la FIFA elaboró en octubre del año pasado, cuando no había una sola vacuna operativa, las ligas inglesa, española e italiana, en todas sus categorías, no permitirán viajar a los seleccionados sudamericanos a jugar la triple fecha eliminatoria. El problema es la cuarentena de regreso. La Conmebol ya resolvió eso hace mucho rato en acuerdo con los distintos gobiernos sudamericanos. Pero estas tres ligas ni lo resolvieron ni les interesa resolverlo. No quieren pasar a los futbolistas. De hecho, nunca lo han querido hacer, pero ahora aprovecharon una mínima abertura en el reglamento que hizo la FIFA, la misma que, por la velocidad en que ha ido cambiando el tratamiento y conocimiento del Covid-19, está absolutamente desactualizado. Es de la época en que la gente se sacaba los zapatos al llegar a la casa (se podían contagiar si chupaban las suelas oiga) o no dejaban jugar a los niños en los juegos de las plazas, pero sí en las bancas y árboles, como si el virus hiciera distinción del objeto por su naturaleza cultural.
En fin, se les permitió no prestar a los jugadores si la cuarentena de regreso es superior a los cinco días. Y es de diez, no porque acá se hagan mal las cosas, que se hacen mal, sino, porque allá se hacen peor. Temen, hipócritamente, que se contagien, pese a estar todos vacunados, en las burbujas sanitarias en Sudamérica, pero pasan de los estadios llenos en sus ligas, con el público colgando de las barandas, sin polera ni menos mascarilla, donde se sobajean de lo lindo, haciendo de las gradas, de la Premier sobre todo, un festival de babas, sudores e intercambio de fluidos.
Seamos francos, hoy más peligroso es ir a jugar a varios países de Europa que venir a Sudamérica.
Lo ideal, para ellos, es volver a la época en que no estaba reglamentado y había que negociar con cada club y según el humor del presidente, teníamos a los mejores jugadores representando a sus selecciones en Sudamérica. Por algo Patricio Yáñez no estuvo en la Copa América en 1987 e Iván Zamorano y Hugo Rubio fueron obligados por el Saint Gallen a volver a Suiza antes del decisivo partido contra Brasil en el Maracaná, en 1989 (por ahí les hicieron un favor).
Si la FIFA acepta y la Conmebol se resigna, les habrán corrido el cerco de una forma definitiva. Ya buscarán otras formas de negar a los jugadores. La solución es tan radical como la misma prohibición, esto es, hacer como Elías Figueroa, Diego Maradona y más reciente Erick Pulgar: agarrar el bolso y venirse pasando por arriba de los dirigentes. La selección es el máximo honor para un jugador. A ver qué pueden hacer si 50 estrellas sudamericanas deciden jugar la triple fecha.
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