La Convención debe representar al Chile real

Santiago Centro
La Región Metropolitana lleva dos días consecutivos bajo los 500 casos diarios.

Por eso la petición es para los partidos políticos: dennos la posibilidad de escoger a quien represente a este país en su totalidad, no entre las privilegiadas y privilegiados de siempre.



Dentro de poco se cumplirá un año desde que se logró un acuerdo entre la mayoría de los partidos políticos chilenos para decidir la posibilidad de una nueva Constitución. Parecía que volveríamos a conversar y nos tomaríamos en serio el malestar que manifestaba una gran parte del país. Transcurrido este tiempo seguimos en deuda, nos agobian pequeñas peleas y, quizás la violencia que presenciamos, sea una manifestación de un cierto desánimo y frustración.

Creo, sin embargo, que todavía tenemos una gran oportunidad. Vamos a tener que elegir una Convención (como sea que esta se conforme) y tendremos que oírnos. Somos 17 millones de habitantes, de diferente género, etnia, color de piel, sueños, esperanzas, también calidad de vida y formación educacional. Todas estas circunstancias, muchas veces nos separan; no es que eso sea bueno o malo, resulta más útil entender que es inevitable en el tipo de sociedad que habitamos.

La existencia de esas diferencias explica la importancia de la determinación de quien nos represente en la Convención. Acaso el primer error que haya que disolver es que, como redactar una Constitución es algo técnicamente complejo, debemos preferir a las personas que han accedido a una mejor formación educacional o que por alguna circunstancia fortuita eligieron la carrera de Derecho para su formación (y esto lo digo con conocimiento de causa). De una parte, como ha sugerido Michael Sandel recientemente, el “credencialismo” (la idea de que una cierta formación educacional constituye un argumento definitivo para seleccionar a las personas) es errónea (The Tiranny of Merit: What’s Become of the Common Good?, 2020). De otra parte, la Convención tendrá organismos técnicos para que las materias técnicas sean tratadas adecuadamente.

Resulta necesaria una conversación amplia. Si, por ejemplo, queremos decidir sobre qué sistema de salud es el mejor para Chile, debemos, por cierto, conversar con los médicos, con las expertas en salud pública, con los técnicos de la salud (que nos han demostrado lo fundamental que son durante esta pandemia), pero, además, sin lugar a dudas, debemos oír a las usuarias y usuarios del sistema público actual. Las personas que padecen las colas, que esperan meses por una intervención que muchas veces no son tratadas con la dignidad que se merecen.

Prescindir de estas personas no solo es una pérdida para la diversidad que debiésemos esperar esté representada en la Convención. Además, es no entender nada del descontento social que ha asolado Chile. Las elites (cualquiera sea su tipo) pueden tener un encanto, pero aquí necesitamos entender a quienes no participan de ellas. No solo porque es moralmente razonable, sino porque, en las condiciones del Chile actual es políticamente imprescindible

La responsabilidad de los partidos políticos en esto es difícil de exagerar. Ellos son quienes nos proponen a las candidatas y candidatos que nos representarán. Por lo mismo, es su responsabilidad favorecer la diversidad. La convención constitucional nos asegura la paridad, lo cual es un gran paso, pero no el único. Son los partidos quienes tendrán que buscar que quienes nos representen, representen al país que somos, no al que queremos ver.

Si quien tuvo una educación de mala calidad, no puede contarnos como ha sido su vida y la de sus hijas e hijos, no entenderemos cabalmente la importancia de mejorarla. Si no sentimos lo que es vivir con una pensión indigna, quizás no logremos convencer a quienes se necesitan para mejorar el sistema. No nos engañemos, no es lo mismo leerlo en un artículo que respete las reglas de oficio que oírlo de quien lo vive día a día.

En la convención deben estar representadas, las abogadas, médicos, sociólogas, ingenieros, sicólogas y la mayor cantidad de profesiones que se pueda, los técnicos, y aquellas que no han podido acceder a una educación formal, pero que tienen tanto o más derecho a pedir igualdad de oportunidades.

Por eso la petición es para los partidos políticos: dennos la posibilidad de escoger a quien represente a este país en su totalidad, no entre las privilegiadas y privilegiados de siempre.

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